Hacia días que estaba
en viaje. Atravesaba esas enormes dunas color ocre junto al tuareg que me
llevaba a esa ciudad que tanto ansiaba conocer. Él era un hombre de pocas
palabras y a mí me resultaba tranquilizador. Necesitaba pensar en todo lo que
había dejado atrás, segura que no volvería sobre mis pasos. Iba totalmente
cubierta, lo único que se me veía eran los ojos, de otro modo no hubiese
permitido que viajara con él.
Finalmente, el océano
de arena se había transformado en un azul transparente. Él no quería pero
convencí al tuareg para que me acompañara por la ciudad, pese a todo no era
aconsejable que una mujer anduviera sola por allí. Había una exagerada cantidad
de gente, comerciantes y mercaderes de todo tipo y raza; pero esto no me
impediría de llegar al único sitio que realmente me importaba.
Me detuve frente a
esas primeras escalinatas y me arriesgué a quedar sin aliento ante lo que mis
ojos veían en ese momento. Esas enormes estatuas a los lados, custodiando la
entrada de ese mítico lugar con el que por tanto tiempo había soñado. Subí
lentamente, mis pasos deseaban sentir cada peldaño. Pasé através de las
imponentes columnas del ingreso y nada, ni nadie, hubiese podido prepararme
para esa maravilla.
Hacia donde dirigiera
mis ojos había libros... libros y más libros. Allí estaba el saber de la
humanidad desde el inicio de los tiempos. Todo, absolutamente todo se hallaba
allí. El sol entraba por las estratégicas aberturas de los techos y ello le
daba un aire de irreal; pero no me importaba, porque yo sabía de estar allí.
Empecé a recorrer los
pasillos y no pude evitar que mi mano se deslizara por los lomos de los libros;
como si al tacto pudiese absorver cada letra, cada palabra, cada historia. La
emoción me embargó de tal modo, que sentí faltarme la tierra debajo de los
pies, pero unos fuertes brazos me sujetaron.
(Este microrrelato pertenece a los
"Relatos Jueveros"
Te invito a leer el resto de los
participantes aquí!)
Esa frase de cierre para este texto es buenísima. Estaré pendiente de próximos capítulos de esta historia.
ResponderBorrarUn abrazo.
#yomequedoencasa
#devuelvocomentarios
Esa frase, Rebeca, es en realidad un dicho tuareg, lo he encontrado en italiano y lo traduje para el relato porque me pareció ad hoc.
BorrarUn beso.
Un relato relajante y placentero..
ResponderBorrarAsí lo he sentido.
Bello texto y bella imagen..
la beso signorina.
S
Pues si eso ha sentido al leerme, Siciality, yo me alegro y mucho.
BorrarUn beso.
He tenido esa misma sensación en cada biblioteca que he pisado... En una de ellas hay un símbolo, una escultura que nos recuerda lo pequeños que somos Ante tanta sabiduría, a cual jamás llegaremos a conocer del todo.
ResponderBorrarPrecioso tu relato, Alma.
Mil besitos para tu día ❤️
Me encanta conocer y visitar bibliotecas, tengo hermosos recuerdos en algunas de ellas; hasta de mi hija pequeña, sentada en el suelo, con un enorme libro entre las manos mientras yo estudiaba... así fueron muchos de nuestros sábados de tantos años atrás.
BorrarPreciosa tú, Auro, siempre... besotes infinitos!
Ohh qué mágico! Muy intenso, sentía cada palabra como si estuviera yo entrando allí...
ResponderBorrarQué maravillosa visión!
Me recordó a cuando conocí la Biblioteca de Alejandría en Turquía... fue poder ver casi sin esfuerzo esas enbrmes columnas plagadas de saber. Leyéndote reviví esa emoción!
Precioso el relato.
(La pena es que no tenía a un tuareg ;) )
besossssssssssssssssssssssssssssssss
Pues si vos viste eso, Ale, me enorgullece, porque me he basado en la antigua y gran Biblioteca de Alejandría para escribir.
BorrarSi es por conseguir tuareg, nos ponemos en campaña... jajajajajaja!
Smu@cksssssssssssssssssss!
Al leer este relato, de golpe me vino a la memoria un templo de Egipto, sentí muchas de esas sensaciones que cuentas. Y yo ahí, bien chiquitita...
ResponderBorrarBesotes 😘
Te dije que tengo que volver a Egipto, Laura, no he conocido nada, sólo el Mar Rojo... ahora veremos cuándo...
BorrarBesotes!!!
Vale la pena cruzar un desierto para llegar a ese maravilloso destino.
ResponderBorrarAbrazos.
Yo lo haría sin dudas, Alfred!
BorrarUn beso.
Impresionante viaje no solo ese desierto y llevar al tuareg, sino el templo de la sabiduría esa gran biblioteca ..allí en ese mundo inmerso puede que nuestra protagonista encuentre su alma ..
ResponderBorrarUn fuerTe abrazo Alma !!😘😘
El desierto tiene una magia especial, Campi... y eso es lo que dice el refrán tuareg, que el desierto fue creado para conocer la propia alma.
BorrarUn besote!
Me encantan las historias de tuaregs y esta no iba a ser menos , además esta tiene un trasfondo especial.
ResponderBorrarBesos
A mí también me gustan muchísimo, Tracy, de hecho hay unos libros con una historia de éstas que me esperan.
BorrarBesos!
Soy rata de biblioteca y ratón de llibreria, me he sentido cómoda en tu relato y la frase que lo cierra me ha dejado un aire pensativo que aun lo mantengo. Un abrazo
ResponderBorrarSomos dos, Ester... en las bibliotecas puedo pasarme horas, y de las librerías es imposible que salga con las manos vacías.
BorrarUn beso.
El conocimiento nos hace mejores si sabemos aprovecharlo, pero antes hay que comenzar con uno mismo. Tantos misterios que existen aún por descubrir. Un enigmático relato Alma.
ResponderBorrarBesos dulces.
"Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Amo" es una cita de Mahoma, Dulce, y viene a ser algo así como que quien se conoce a sí mismo puede 'gobernarse', llevar las riendas de su existencia.
BorrarBesos grandes como el mar.
Un texto de espíritu borgeano. La atmósfera que vas creando cuenta el cuento...
ResponderBorrarAbrazo, Alma.
Qué honor el que me otorgas, Carlos... demasiado generoso!
BorrarUn beso.
Muy bueno e imaginativo. Hay un paraíso de libros en medio del desierto, por enseñarnos lo que vale la pena, pero claro, hay que estar preparado, por mucho guía tuareg que nos acompañe.
ResponderBorrarUn abrazo y feliz viernes
Lo había en la antiguedad y, en cierto sentido, sigue estando, Albada... la Biblioteca de Alejandría sigue siendo entre las más importantes del mundo.
BorrarUn besote!
Pude ver la escena que dibujaste, como si estuviera aquí.
ResponderBorrarPensaba en la emoción que describes, y recordé lo que siento cada invierno cuando la cordillera (Andes) aparece nevada. Y veo en ella también toda la sabiduría concentrada en su majestuosidad. Pensé entonces en la maravilla que es todo ese saber recogido en libros, como lo es la sabiduría que encierra la Naturaleza (una montaña, un bosque, el mar...).
Besitos
Me ha encantado tu interpretación, tu reflexión a partir de mis letras... me encanta tu siempre sabia y hermosa mirada, Alís.
BorrarBesotes!
Maravilloso es decir poco respecto a esa sensación que envuelve todo el texto.Me he visto ahí, además, tú sabes de mi vocación. Los pasos sobre la arena que quema, los velos que enfundan el cuerpo... y esa bocanada de majestuosidad que invade el alma cuando nos encontramos ante semejante cuadro. El aire lucha al tiempo por cortarse que por salir. Una emoción única. Y esa frase final, impresionante, cierra perfectamente el texto, lo recoge y lo eleva.
ResponderBorrarNo puedo menos que rendirme a este texto y a esta experiencia. Mil gracias por haberte sumado a mi convocatoria de eta forma. Gracias de nuevo.
Un beso muy grande.
Una propuesta tuya... un viaje (im)posible... un sitio soñado... un merecido homenaje. Eso han querido ser mis letras y, si lo he logrado, entonces soy feliz... de verdad que mucho.
BorrarGracias Mağ, por todo, siempre. Besissssssssssssssss!
Pues me sumergi es tu inmenso océano de arena, tan excitante la coyuntura del desierto y el conocimiento. Una pasada
ResponderBorrarBesos Alma
Me alegra y honra que lo hayas hecho, Don Dumas.
BorrarBesos!
Una sentencia final que ya justifica todo el viaje. Bello texto. Un abrazo Alma
ResponderBorrarMe gusta pensarlo así también, Mónica... gracias por verlo así.
BorrarUn beso.
Interesante relato.
ResponderBorrarBesos.
Gracias Macondo... gracias por tu huella.
BorrarUn beso.
Un relato que transmite sensaciones… Bellas imágenes que invitan y seducen…
ResponderBorrarMe ha encantado la atmósfera que has creado…
Un placer, preciosa Alma…
Abrazos con cariño, y feliz finde! 💙
Si he logragrado tranmitir con mis letras, si has viajado con ellas, Gin, entonces el placer es todo mío... gracias!
BorrarBesotes gigantes!!!
Me ha absorbido tanto la lectura que me ha parecido corto. Muy buena elección la Biblioteca de Alejandría, para perderse en la magia de sus libros acompañada de un tuareg...adivino que apuesto.
ResponderBorrarBss. .
Ainsssssssssss... gracias Mar! ...eso es entre las cosas más bonitas que podrías decirme.
BorrarBesotes!!!
Qué bonito imaginar esa fantástica biblioteca con todo el saber acumulado a lo largo de siglos y encima de la mano de un tuareg que te llena la imaginación de azul y arenas blancas. A aquellos que nos gusta leer y que los libros nos resultan gratos amigos, se convierte en un placer incorporar a las bibliotecas y a librerías en nuestros viajes.
ResponderBorrarBesos
En mis viajes, Conxita, nunca dejo de visitar una biblioteca o librería, es algo más fuerte que yo... y repito, de poder viajar en el tiempo, me encantaría conocer la antigua Biblioteca de Alejandría.
BorrarBesos!
¡Me encanta tu relato, Alma! Uf, me imagino la biblioteca de Alejandría, el desierto, el mercado... Qué preciosidad. Gracias por hacernos viajar hasta ahí.
ResponderBorrarUn besazo
Me alegro muchísimo Dafne, que hayas podido viajar junto a mí, a mis letras...
BorrarBesos!!!
Me ha parecido bellísimo... Lo he vivido como si fuera real mientras te leía. Adoro las bibliotecas y los libros...
ResponderBorrarUn beso grande, ha sido un paseo hermoso de verdad.
Pues somos dos, Adelina... y me encanta que lo hayas disfrutado así.
BorrarUn besote!
“Dios creó el desierto para que los hombres puedan conocer su alma... y tú has apenas conocido la tuya.”.
BorrarEn ello estamos. Las noches son tremendamente largas y reflexivas en ese desierto al que nos ha llevado el estado de confinamiento por el covid. ¡Aloha!!!!! Cuánto tiempo sin venir a leerte amiga. Me ha gustado muchísimo el relato.
Te abrazo en la distancia.
Besos y mis mejores de besos de encontraré bien y literariamente activa.
¡Qué alegría volver a leerte, John!
BorrarHace unos días pasé por tu blog y me preguntaba qué sería de ti... de verdad me has alegrado muchísimo con tu visita; y como veo que has publicado, correré a leerte.
Un besote y cuídate... hasta pronto!
Tuaregs de las letras, porque vencemos desiertos al escribir.
ResponderBorrarPuede ser, León.... los tuaregs son seres con una sabiduría muy especial.
BorrarMe ha parecido brillante,,,,el como haces llevar la narración de la simpleza hasta el éxtasis final.
ResponderBorrarUn saludo
Victor... me haces subir los colores con tu comentario, de verdad gracias...
BorrarUn beso.
Me encanta tu sensibilidad y tus maneras...me llevas y me guías fuera de este extraño mundo que no nos deja vivir...
ResponderBorrarAprovecho para saludar Alma...
Un besazo gordo
Amando bella... no sé cuántas veces he leído tu comentario, no tanto or lo que dices sino porque es tuyo 😍 ...me has dado una alegría que no tienes idea!
BorrarMe encanta saber de ti, saber que estás bien... besotes enormes y un súper abrazo!