Sandra había decidido que
llevaría a Tomás al shopping. No que tuviese muchas ganas, pero debía hacerlo,
debía encontrar el modo de hablar con él y quitar toda duda de su cabeza. Desde
anoche, desde que a él se le “había escapado” decir eso mientras cenaban, ella
no estaba tranquila. Sentía una campanilla sonar por allí al fondo, y todos los
viejos fantasmas volver a este presente que ahora se hacía tan incierto.
Tomás estuvo listo enseguida
luego de almorzar, y lo entusiasmaba la idea de ir al centro comercial. Sólo
fue entrar para comenzar a detenerse en cada negocio que veían. Poco a poco
fueron cargándose de bolsas y paquetes, parecía como si hubiese llegado el
período de Navidad, pero en pleno mes de julio. Luego de casi dos horas dando
vueltas por todos lados, ambos estaban agotados. Sandra supo que había llegado
el momento de enfrentar la cuestión e invitó a Tomás a merendar allí, en el
patio de comidas. A los dos les encantaba el café con leche, eso y una
medialunas sería lo mejor para pasar el amargo trago que ahora les tocaba.
Apenas se sentaron y
él dió unos sorbos de su taza; Sandra no quiso dar más vueltas al asunto, y
encaró a Tomás casi a quemarropa.
¿Por qué ayer dijiste
eso de papá? –preguntó y tomó la mano de él.
¿Qué? –respondió,
realmente no sabía de lo que le estaba hablando su madre.
Que no está enamorado
de mí... –dijo Sandra, sintiendo que la boca se le secaba, y lo que se le
hunedecía eran los ojos.
La mirada de Tomás
decía más que cualquier otra cosa. Con tan sólo sus seis años, había
comprendido desde hacia tiempo lo que pasaba entre sus padres, pero no sabía
cómo explicárselo a su madre. Una vez más pensaba que le gustaría quedarse
pequeño, el mundo de los adultos era demasiado complicado para su gusto.
Es el número 39: Pon la oreja en una conversación en la calle,
escríbela en forma de relato llenando los huecos.)
Sigo de vacaciones, pero he pasado por mi casa y me he sentado al ordenador. Estas entradas del Libro del escritor siempre son estupendas. Un abrazote
ResponderBorrarLa única estupenda aquí, sos vos Ester!!!
BorrarNo imaginas la sonrisa que me regalas a pasarte por mi playa aún estando de vacaciones!!!
Besotes y seguí disfrutando!
Que duro este relato,y qué real es! Los niños tienen ese sexto sentido que los hace "ver" lo que nos empeñamos en ocultar.
ResponderBorrarPrecioso relato,sin exageraciones ni dramatismos.
Me encanta como escribes!
BESAZOS!
Nunca me ha gustado escuchar conversaciones ajenas, pero éste era el reto... y de un simple diálogo, ha nacido la historia... ¿quién sabe si no sería así?
BorrarAinsssssssssssss... y ya sabés...
Smu@cksssssssssssssssssssssssssssssss!
Los niños son esponjas, mi querida Alma. Nunca dejará de sorprenderme su capacidad de conciencia y sensibilidad.
ResponderBorrarMe ha encantado cómo lo has llevado.
Mil besitos para tus sueños ♥
Lo sé, Auro... y ojalá nunca pierdas tu propia capacidad de asombrarte.
BorrarBesotes infinitos!
Los niños son niños pero no tontos. Muchas veces, cuando nosotros vamos, ellos ya vuelven pero nos empeñamos en disfrazar la verdad de mentiras tontas que no siempre avocan en algo bueno.
ResponderBorrarHablar claro y de forma asertiva, cercana y mirando a los ojos... No hace falta más.
Un beso enorme.
Exactamente... a veces los que pecamos de tontos somos los adultos, o los que supuestamente deberíamos ser "adultos"...
BorrarLo de hablar claro y mirando a los ojos es algo que nunca, nunca, debería olvidarse de hacer.
Besissssssssssssssssssssssssss hermosa!
Cuando los adultos pensamos que a un niño no le afectará un hecho así nos equivocamos, porque son los primeros en sentir ese quiebre. Buena historia.
ResponderBorrarBesos dulces y dulce semana Alma.
Yo creo que muchas veces los adultos utilizan a los niños como excusas... "por el bien de ellos... por no lastimar a los niños..." y lo único que realmente se tiene, es miedo.
BorrarGracias... besos grandes como el mar, Dulce.
Ay Alma mía... cuánto comprendo la anhelación de Tomás. De niña, sobre mis 12 años yo tampoco quería crecer nunca.
ResponderBorrarLos adultos es cierto que lo enredamos todo demasiado... .
Un beso preciosa,
Noa
Nos...bonita... A veces creo que el tener muy presente estas cosas, cómo sentíamos de niños y/o adolescentes, nos ayude a mirar con otros ojos, a una mayor comprensión... ya verás, ya me contarás...
BorrarBesotes y disfruta cada instante!