sábado, 23 de marzo de 2019

No sabía explicar cómo se sentía, pero no estaba bien y eso era evidente. De un tiempo a esa parte estaba sin ganas de nada; se limitaba a un pasar de las horas, de los días; todo en la más completa y monótona rutina. Vacía. Tal vez esa era la palabra exacta, aquella que fielmente la representaba en esos momentos. Nada lograba quitarla de ese estado... hasta aquella mañana.

Antes de ir al trabajo, pasó por el bar; la costumbre del capuchino y el croissant eran de las pocas cosas que no habían cambiado. Caminaba distraída y estaba por entrar, cuando se topó con un hombre al que no había visto antes. No pudo evitar el gesto de sorpresa cuando, levantando la vista del suelo, encontró esos ojos negros que la atravesaban.  Alzó una ceja y abrió la boca para decir algo, pero ningún sonido salió de ella. Simplemente inspiró todo el aire que cabía en sus pulmones, y con ello también su perfume. Él la hizo pasar sin decir una palabra, pero sin dejar de observarla. Ella entró, sonrojándose al pasar a su lado; su imaginación siempre le había hecho trampas.

Eyyy... pensé que ya no venías esta mañana... –la saludó Caro, la chica del bar, sacándola de la nube de sus pensamientos. ¿Cómo te sientes?
Pues ya me ves, parezco una tortuga de lo lenta que voy últimamente... –respondió sentándose en la barra y pidiéndole lo de siempre.

Se pusieron a conversar mientras ella desayunaba, estaban prácticamente solas y aún tenía poco más de media hora. Con el rabillo del ojo observaba al  hombre que se había cruzado al entrar. Solo; bien vestido; elegante en sus maneras; abstraído en su mundo; serio, tal vez demasiado. Vió que se levantaba y se dirigía donde estaba ella; pagó la cuenta y se marchó, pero dejó el periódico allí. Sin un motivo o quizás sólo por su innata curiosidad, tomó el periódico; enseguida notó algo escrito al pie de la página.

“No importa la velocidad de tus pasos, sino la claridad de tu rumbo.”  No podía quitar la vista de aquellas palabras. Esa caligrafía prolija, precisa; decididamente masculina. ¿Acaso la frase sería para ella? ¿Había escuchado su conversación? No sabía si ofenderse por la indiscreción o sentirse halagada por la atención. Sacudió la cabeza, como tratando de quitarse esas ideas y pensamientos; al fin y al cabo era un desconocido, y seguiría siéndolo.

Fue así hasta la mañana siguiente. Entrando al bar giró la cabeza instintivamente  hacia la mesa donde el día anterior se había sentado aquel hombre. Y allí estaba. Parecía que esperaba a a alguien, y eso la cabreó. Ahora se comportaba como una niña; pero ¿qué motivos tenía ella para ponerse de ese modo? Ninguno; él seguía siendo el mismo desconocido del día anterior, aunque esa idea era lo que parecía disgustarla.

Casi ni abrió boca;  el bar estaba lo suficientemente lleno como para que Caro ni lo notara. Algunos minutos después, él se acercó nuevamente a la barra y, como la mañana anterior, pagó la cuenta y se marchó, dejando el periódico allí. Apenas se cerró la puerta ella lo tomó y buscó, apresurada, alguna señal. Y allí estaba, otra vez. Sólo una frase que la hizo temblar toda.

“A veces, no hay nada más elocuente que el silencio.”  Era para ella sin duda. Sino sería una coincidencia demasiado grande, y ella no creía en las coincidencias. De todos modos, la pregunta que continuaba girando en su cabeza era ¿qué le hacía suponer a ese hombre que ella habría leído lo que él escribía en un periódico cualquiera? Comenzó a cabrearse otra vez; ¿desde cuándo permitía que alguien asi penetrara en su cabeza; dominara sus pensamientos; merodeara en  sus sensaciones? Aún así pensó en él todo el maldito día, y eso la enfurecía más.

Siguió yendo al bar cada mañana, a pesar  de decirse una y otra vez que sería la última. Y como cada mañana, él estaba allí; y después de un rato se marchaba dejando alguna frase en el periódico del día. Luego de una semana, cuando infaltablemente él abandonó el bar y ella, como una felina curiosa, no se resistió a buscar lo que habría escrito; deseó salir corriendo detrás para preguntarle ¿quién diablos se pensaba que era?  Pero no, no lo hizo. Como siempre pudo más su timidez que su furia; aunque ésta la hizo pensar en  cómo encararlo. Decidió que no pasaría del día siguiente. Tímida sí, cobarde jamás.
 
Así fue hasta la mañana siguiente en que lo vió sentado en la misma mesa de todos esos días. Lo observó por unos cuantos minutos, mientras terminaba su capuchino, sin decidir si acercarse de una vez por todas. Hasta que lo vió consultar su reloj, y supo que se marcharía otra vez. La verdad es que nada tenía que perder.

¿Puedo...? –preguntó sentándose atrevidamente frente a él.
Finalmente... te estaba esperando. –y sonrió complacido.


20 comentarios:

  1. Cuantos momentos y vivencias asi Alma
    nos invitas a soñar , hasta incluso recordad tantas cosas

    Un beso preciosa y bello finde

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    1. Me hace sonreír saber que tienes momentos así para recordar.

      Muchísimos besitos Precious e inicia genial tu semana!

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  2. Los juegos cómplices son los que llenan de magia los encuentros, aunque hoy en día son pocos los que se atreven a ellos.

    Besos dulces Alma y dulce fin de semana.

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    1. Creo que entre las cosas más difíciles de encontrar esté la complicidad; ésta requiere mucha confianza mutua y química... complicado, pero no imposible.

      Besos grandes como el mar y que tu semana inicie de forma estupenda Dulce.

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  3. Ay! Espero que sea el preludio de algo más! (No puedo con mi romanticismo).
    Invitación al juego de la seducción,sin duda!
    Precioso!
    Besito,besito!

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    1. Te adoro Susanita!! ...digo Ale ...jajajajajajaja!
      La continuación creo la dejaré para ustedes que leen.

      Smu@ckssssssssssssssssssssssssssss!

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  4. Qué historia más bonita... me ha encantado, mi querida Alma, ese juego de conquista, atrayendo y alejando hasta que finalmente se sucumbe... ha sido un verdadero placer leerte en esta noche.

    Mil besitos que te lleguen y feliz finde ♥

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    1. A él lo he imaginado como un maestro de la conquista, muy seguro de sí... y ella, pues, ella nunca ha sabido resistir a un hombre así.

      Besotes infinitos mi preciosa Auro.

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  5. ¡Que nervios! y que ganas de dar ánimos, y explicar que la timidez es una llave gorda que cierras puertas. menos mal que al final se decidió y entonces acaba el relato y no vamos de boda. Un abrazuco

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    1. Jajajajajajajaja... y tú lo has dicho, Ester, menos mal que se decidió!!

      Besotes!

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  6. Me gusta leerte, en esta ocasión nos has traído secuencias de seducción maravillosamente descritas.

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    1. A mí me gusta encontrarte aquí Tracy... con tus pies y todo... jajajajaja!

      Besotes.

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  7. Maravilloso relato.
    Me encantó
    Un beso Alma

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  8. Pero qué bonito!! Lo he leído casi sin respirar… Con prisa y necesidad de saber! Casi con más nervios que la protagonista 😁
    Me ha encantado, preciosa Alma…

    Abrazos y cariños muchos, y muy feliz inicio de semana 💙

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    1. La bonita eres tú, Gin, sin dudas... ♥

      Besotes enormes y comienza muy bien tu semana!

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  9. Que bien contado.
    Ella se atrevió y resultó ser algo esperado.
    Detalle menor, me gusta tomar capuchinos.

    Besos, paisana.

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    1. Menos mal que se atrevió, sino se hubiese perdido a alguien muy interesante...

      Yo tomo capuchinos desde hace muchísimos años, pero debo admitir que en ningún lado los hacen tan ricos como aquí en Italia... la combinación perfecta sería un verdadero cappuccino de aquí con una (o dos!) medialunas argentinas!!!

      Besotes Demi!

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  10. ¡Hola, Alma! Leí este relato el otro día y no he tenido ocasión de comentarlo. Me parece un relato fantásticamente narrado. Visual, concreto, con ese "in crescendo" de los mensajes en el periódico que hacen que el lector comparta las dudas de la mujer sobre si van dirigidos a ella o todo son elucubraciones suyas. Hasta llegar a ese final, romántico y delicioso.
    De esos relatos que se te quedan en el recuerdo. ¡Felicidades, Alma!

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    1. ¡Hola David!

      Discúlpame, creí haberte respondido a este comentario tuyo que leí días atrás.
      Gracias, gracias de verdad; viniendo de parte tuya es todo un cumplido que no estoy segura de merecer, pero que recibo con muchísimo entusiasmo y una gran sonrisa. Tal vez un día me anime y participe a tu fantástico concurso "El tintero de oro"... por ahora sólo los leo y admiro.

      Un besote y, de nuevo, gracias!

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