“Sé que
has sido tú... siempre has sido tú.”
Lo único
que decía esa nota; ese estúpido e insignificante pedazo de papel que encontró una
vez más en medio a sus pertenencias. Era la cuarta vez que le sucedía ese
mes. Miró a su alrededor, mientras cerraba el puño con el anónimo dentro.
Nadie. No veía a nadie, ni lograba escuchar algún sonido. Se apresuró a
esconderlo en el bolsillo de su pantalón, no correría el riesgo de arrojarlo al
cesto y que alguien lo encotrara. Terminó de guardar sus cosas, alzó los cinco
cuadernos que corregiría esa noche y se dirigió hacia el patio. No entendía qué
era todo ese alboroto en el centro del recreo. Y se asustó cuando escuchó
a dos de sus colegas gritar que llamaran a la policía. Como pudo, se abrió paso
entre el grupo de los más grandes, hasta que llegó donde todos miraban sin
poder apartar la vista. Por un instante la sangre se le congeló en las venas,
se petrificó frente al espectáculo que había delante de sus ojos, y sin darse cuenta,
dejó caer todo al suelo.
Vió a Ana
correr hacia allí con un pedazo de tela en la manos, y cubrir el cuerpo de un
niño. Sin ser consciente de sus movimientos, sus pasos lentamente se acercaron
al centro del patio; y lo reconoció. Reconoció los rubios cabellos de Matias, y
su mano, con ese brazalete de cuero que él mismo le había regalado luego de la
tarde pasada juntos. No podía ser real, no nuevamente. No era posible
encontrarse otra vez en esta situación.
Veinte
años atrás, cuando él mismo no era más que un adolescente a punto de terminar
su liceo; formaba parte de una colonia. Acudían niños los cuales sus padres
trabajaban y no podían ocuparse de ellos. Él les ayudaba con las tareas
escolares, y actividades lúdicas. Fue allí que descubrió su vocación. Pero todo
terminó una mañana, cuando llegando al centro lo encontró cerrado, y su viejo
profesor acompañado por dos policías, era llevado de allí sin más explicaciones
que una mirada fúgaz, y cómplice. Él sabía no eran ciertas las acusaciones, lo
sabía bien; pero no entenderían. Nadie podría entenderlo. Por eso calló. Y
ahora la misma pesadilla. Un horrible deja vù. Sólo que esta vez no podría
marcharse de allí como si nada hubiese pasado. Esta vez estaba solo, nadie
pagaría por sus pecados. Sobre todo, porque alguien sabía, lo había visto, visto
dentro. Y había llegado la hora de enfrentar a los monstruos, de enfrentarse
con él mismo y lo que había hecho.
Es el número 13: Alguien le deja anónimos a un profesor de primaria.
Aparece el cadáver de un niño en el patio, narra qué ha pasado.)
Aparece el cadáver de un niño en el patio, narra qué ha pasado.)
Besotes Alma... A tus Pies.
ResponderBorrarUn besote, Davo... siempre un gusto encontrarte aquí.
BorrarPaso a saludarte,
ResponderBorrara dejar mi huella,
a desearte buenas noches
y buen comienzo de semana.
Alma :)
Gracias Rafael, me gusta encontrar tu huella...
BorrarEspero que también vos hayas comenzado muy bien tu semana, y ya estamos a mitad!!
Un beso.
Este relato,me estremece... sencillamente. Sin decir apenas nada,creaste un clima lúgubre y tan denso que sobran las palabras.
ResponderBorrarExcelente!
Vos, Ale, sabés que me gusta que el lector cree, imagine posibilidades... es como cuando era chica y leía los libros de "Crea tu propia aventura..."
BorrarBesotes enormes, mi Luna!!
Y dejas con ganas de seguir para saber qué sucederá, has creado una atmósfera de suspenso.
ResponderBorrarBesos dulces y dulce semana Alma.
De este modo podrías vos crearle el final, y decirme qué crees que pasó...
BorrarBesos grandes como el mar, Dulce.
Pues que termina pagando lo que ha hecho, si hay justicia debería ser así, pero seguro nos sorprenderías con otro final.
BorrarUn beso dulce más.
Buenas tardes, Alma:
ResponderBorrarUn gran relato de suspense. Creo que es difícil dotar de intriga a este tipo de obras cuando están escritas usando la técnica del “monólogo interior”. Y tú lo has logrado. Enhorabuena.
Un abrazo, Alma.
Hola Nino... como siempre no sé qué decir... sabes que no me considero una "escritora" sino alguien que disfruta (cada vez más) creando historias, y sentirme decir ciertas cosas, es siempre un impacto, un agradable impacto...
BorrarGracias por estar siempre allí, apoyándome a seguir.
Besos!
Estremecedor relato Alma.
ResponderBorrarResponde muy bien a ese reto del libro del escritor y da para seguir con el relato porque te llenas de preguntas sin responder. Muy logrado.
Besos
Gracias Conxita... de verdad. Tus palabras son más que un cumplido, un honor.
BorrarBesos!
Adoro suspense
ResponderBorrarDa um pouco medo...
Mas gosto do inexplicável
Abraços
Lua Singular
Bienvenida a esta playa, Lua, antes que nada.
BorrarMe alegra te haya gustado el relato.
Un beso.
¿Así que era el culpable y confesará su culpa?
ResponderBorrarBien escrito y bien lograda su sorpresa.
Besos, paisana
¿Vos qué crees, Demi?
BorrarMe alegra que lo creas un buen relato.
Besotes, paisano.