miércoles, 31 de octubre de 2018


El día que tanto habíamos temido había llegado. Uno a uno los seres de este planeta se habían comenzado a convertir en zombis. Nadie estaba a salvo verdaderamente. Continuaban con su vida de siempre, y nadie se hubiese dado cuenta de nada en realidad, si no fuera por los jirones de carne putrefacta que desprendían a cada paso.
Un pensamiento atravesó mi cabeza en ese instante: mi perro. Agradecí el hecho que había muerto un mes atrás. Si sólo en ese momento hubiese imaginado algo así, tal vez no habría llorado tanto.
Decidí que iría hasta la casa de mi madre. Eran ella y Samanta las únicas personas que me quedaban, pero sabía no podría salvarlas ambas. Mi madre vivía sola. Desde que mi padre nos había abandonado cuando yo era solamente un niño, fue ella a hacerse cargo de todo. ¿Cómo haría yo ahora a decirle que debía escapar, y que sólo podría llevarme a Sam conmigo?
Su auto estaba estacionado en el garage, pero ella no me contestó cuando llamé a la puerta. Fui hacia el ingreso posterior, pasando por el jardín; no notaba ningún movimiento. La puerta chilló como de costumbre al abrirla y ni siquiera allí oí la voz de mi madre pregustando quién era. Subí de dos en dos los escalones hasta su dormitorio. Allí estaba ella, durmiendo, abrazada a  mi manta de pequeño. Tuve miedo, pero necesitaba acercarme. La toqué apenas, y un frasco de tranquilizantes vacío cayó de su mano.
Las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro. No encontré nada escrito que me explicara, aunque si no hacía falta. Sabía porqué lo había hecho. No era muy diferente de lo que venía haciendo todos estos años. Me cuidaba. Me protegía. Me salvaba... una vez más.
Tomé las llaves del auto y me dirigí a casa. Mientras conducía, llamé a Sam al celular.

Joe... ¿de dónde me llamas? –preguntó y su voz sonaba ansiosa. Estoy en casa y está todo revuelto, y...
Sam... frena... –la interrumpí. No tenemos mucho tiempo... junta algo de vestir, algunos objetos personales, alimentos y todo el dinero que haya en casa... nos vamos.
Pero... –sabía que estaba por quebrarse. ¿Dónde? ¿Por qué?
No hay tiempo para explicaciones Sam... –dije mientras mi pie pisaba aún más fuerte el acelerador. Paso por el banco y a buscarte apenas puedo...
Joe... –me nombró comenzando a llorar.
Sam... ¿confías en mí? –pregunté creyendo saber la respuesta, esperando sea esa. Sam...
Sí... –me respondió sin dudas. Te estaré esperando...

En el banco vacié las cuentas, y en menos de media hora estaba en casa cargando todo en el auto. Nos marchamos sin saber muy bien dónde; lejos, muy lejos. Sam no hizo preguntas; mientras conducía, acarició mi brazo, luego tomó mi mano y la llevó a su vientre. Esa era mi última esperanza.
(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 24El aclamado apocalipsis zombi ha llegado.
¿A quién salvarás: tu madre, tu pareja o tu mascota?
Sólo puede quedar vivo uno.)

10 comentarios:

  1. Como siempre un buen relato con un buen final, yo solo espero que no llegue ese día en que nos veamos rodeados de zombis, ya odio verlos por TV :) Me voy a volar con mis alas de Vampiro.

    Besos dulces Alma, cuídate de los zombis ;)

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    1. Gracias Dulce... igual, creo que muchas veces nos encontramos ya rodeados de zombies (piensa cuando quienes te rodean están concentrados única y exclusivamente en sus celulares)... Espero hayas disfrutado de tu vampiresca noche...😄

      Besos grandes como el mar.

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  2. Precioso y lleno de esperanza ese final. Un abrazo

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    1. Y es que no me gusta pensar a un futuro apocalíptico, sin ninguna esperanza...

      Besotes Ester!

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  3. Me encantan las historias en las que uno debe luchar por sobrevivir en un mundo apocalíptico, como el de los zombis, y más cuando siempre hay un ápice de esperanza que les da fortaleza para seguir en ese propósito de vida, a pesar de la hecatombe…

    Hermoso relato, mi preciosa Alma… Así como la luz y esperanza que crece en su vientre…

    Un abrazo grande, y muy feliz tarde 💙

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    1. Es que tú Gin, eres una guerrera nata... y, más allá de zombies y cosas un poco fantasiosas, yo creo que todos, de una forma u otra, luchamos por sobrevivir, ¿no?

      Besotes gigantes...❤️

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  4. Impactante, Alma querida... pero me llevo un buen sabor de boca.

    Mil besitos y muchas felicidades por hacerlo tan maravilloso ♥

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    1. Eso es lo importante, que disfrutes en la playa y te vayas con una sonrisa...

      Besotes infinitos Auro...😘😘😘

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  5. Que difícil decisión, que resolviste en forma verosimil en tu relato, bien escrito.
    Besos, paisana.

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    1. Una decisión que espero jamás tener que hacer en la realidad...

      Besotes Demi.

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