Nada, no le queda nada.
Así se sentía; nada le había quedado, nada tenía, nada era. Vacía. De una forma inconmensurable, inexplicable.
Siempre había creído en lo relativo de los números. Todos desean ser
los número uno en lo suyo, pero si recibes un uno en tu examen, ya no es lo mismo. Pues eso le había pasado a ella. Seis, siempre
le había gustado ese número, no le parecía ni mucho ni poco, una media, “la
mitad más uno”. Sin embargo, ahora se había transformado en demasiado.
Seis; seis veces había creído, se había ilusionado, había
fantaseado. Y seis veces había terminado destruída, en mil pedazos, con el alma
rota y el cuerpo desgarrado. Las tres primeras veces fue de forma natural. Era
joven, recién casada, un gran amor que daba sus frutos. Y una y otra vez todo
se hacía añicos.
Luego llegaron los tratamientos. No fue fácil. Estaban las
inyecciones, los horarios, los cuidados desmedidos. Y, aunque sabía que no
debía, que todas las probabilidades estaban en contra, allí estaban de nuevo
las ilusiones, los sueños. Todo puntualmente hasta el tercer mes. Nada había
por hacer, parecía como si su cuerpo no deseara aquello por lo que tanto estaba
luchando. Pero fue el seis, fue el número seis que la rompió, y de una forma
que no pudo más recomponerse.
Había superado el fatídico tercer mes, pero no quiso ilusionarse;
es más, se negaba a decir qué estaba pasando. Luego de superar el sexto mes, no
pudo ocultarlo más. Y en realidad, no deseaba hacerlo. Por primera vez en mucho
tiempo, volvía a mirar hacia adelante con esperanza. Dejó que él pintara la
pequeña habitación, y una noche hasta hablaron de posibles nombres.
Una mañana despertó y supo que algo no andaba bien. No había
indicios físicos ni ninguna prueba real, pero ella lo sabía. Insistió hasta que
la llevaron a la clínica. Los mismos médicos no supieron decir mucho. Simplemente
el corazón había dejado de latir. Simplemente... ¿qué tenía aquello de simple?
Quedó allí hasta que hicieron lo que debían hacer.
Había pasado un año. Todos los rastros de esas seis veces habían
desaparecido. La pequeña habitación ahora era un estudio. Sin embargo,
cuando ella miraba en los ojos de él, veía el mismo vacío que sentía dentro. Y
también lo supo. Supo que a veces el amor no alcanza, que el dolor te vence, y que no todas las historias tienen final feliz.
Entonces decidió. Sabía que él no lo entendería, y que si lo hablase trataría
de detenerla, y lo lograría. Y eso terminaría por destruirlos a los dos. Al
menos uno de ellos merecía ser feliz, él debía tener la posibilidad de
recomenzar.
Esa noche hicieron el amor como nunca, hasta
en un momento habría podido dudar de lo que estaba por hacer. Pero no. Esa
madrugada, mientras él aún dormía profundamente, le dejó una carta sobre la mesilla de noche, y se marchó
sin decir a dónde. Sabía que él no la perdonaría. Aún así,
cerró la puerta a su espalda, tomó aire e inició a caminar sin mirar atrás.
Ahora sí pensó: "Nada, no me queda nada"...
...o al menos eso creía ella.
(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 23: Comienza un relato con "Nada, no le queda nada.")
Buenos días, Alma
ResponderBorrarEnhorabuena por tu relato: está narrado con una descripción escueta que da agilidad al avance de la historia, me ha sorprendido de principio a fin, y me gusta ese final abierto a la esperanza.
No un seis, un DIEZ es la puntuación que le otorga mi atención lectora.
Un abrazo, Alma.
Buenos días, Nino...
BorrarTus palabras no hacen más que emocionarme, y dejarme a mí sin saber que más decir que "GRACIAS"!
Un besote.
Me ha encantado tu relato, me ha envuelto y me ha parecido espectacular, mi enhorabuena y espero seguir disfrutando de tus relatos.
ResponderBorrarBesos.
Lunna.
Y yo espero que siempre que pases por esta playa, te encuentres envuelta en hermosas sensaciones, y disfrutar de ellas.
BorrarUn beso, Lunna.
Muy bien narrado, al principio queremos adivinar, después ya tenemos la certeza. No necesitas grandes descripciones, es un relato directo. Por otra parte el tema me conmueve pues tengo dos sobrinas con las esperanzas rotas tras varios fracasos. Un abrazo
ResponderBorrarAinssssssss Ester... debo decirte que hubo un momento en el cual dudé de escribirlo, y hasta de publicarlo; porque sé es un tema que duele... espero haberlo hecho con la sensibilidad y el respeto que se merece y que tengo, te lo aseguro...
BorrarUn abrazo fuerte.
Dejas las escenas tan nítidas que duele cada seis y la despedida, duele la decepción en cada ocasión.
ResponderBorrarMe encanta como has descrito y narrado, corazón.
Mil besitos, preciosa
Es que en cierta medida, he podido sentirme ella, vestir su piel... y sé cuánto duele...
BorrarBesotes muchos, mi preciosa Auro.
Muy bien escrito. Y como dice Nino, dejaste una final abierto, con esa frase final.
ResponderBorrarBesos.
Sabes Demi que siempre llevo la esperanza de continuar con algunas de las historias que escribo... tal vez algún día...
BorrarUn besote, paisano.
Estoy al borde de las lágrimas, me sumergí tanto en el relato que sentí un vacío cuando terminó, y volví a leer y queda esa tristeza, sí, entre tristeza e ilusión por el "Nada, no me queda nada.... O al menos eso creía ella.."
ResponderBorrarYa quiero saber cuál será el próximo reto, qué nos traerás :)
Besos, Almaaaaaa míaaaa!!!!
quieroTe, mamita de mi Corazón :*****
Mi niña... si habré llorado yo con tus historias!!
BorrarVeremos cuál será el próximo, realmente ni yo lo sé...
QuieroTe un montón Ivel... besotes enormes ♥
Una pasada de relato. ¿Conoces la canción (ahora que estás tan musical) de '1000 pedazos', de Cristina y los subterráneos? Me he acordado de ella todo el tiempo mientras te leía. Dale una oportunidad, te va a gustar creo yo.
ResponderBorrarNo imaginas la sonrisa que me producís con que creas que es una "pasada". Sí conozco la canción, y me gusta mucho Cristina, tiene una vos estupenda... la subiré algún día... gracias!
BorrarBesotes, pícaro grandote.
Verdaderamente emotivo y maravilloso este relato, mi querida amiga… Tienes ese don especial para hacer vibrar el corazón… Una sensibilidad única, que te mece y te abriga emocionalmente, aun cuando a veces, como en este caso, llueve…llueve el corazón…
ResponderBorrarCon tu permiso, atesoro este relato para compartirlo en el blog que ya conoces…
Gracias por tanto, mi preciosa Alma…
Un verdadero placer…
Bsoss y cariños enormes ♥
Mi querida Gin... sabes que para mi es sólo que un honor que desees conservar mis letras y lucirlas en tu rinconcito maravilloso... Soy yo quien tiene que agradecerte siempre, tu afecto y amistad.
BorrarBesotes infinitos ♥
Un relato que empieza siendo nada y termina dejando el corazón encogido de cómo lo has narrado. Deja una puerta abierta a la esperanza. Un abrazo
ResponderBorrarBienvenida a esta playa Maria, que ahora es también tuya.
BorrarMe gusta creer que siempre hay una puerta abierta a la esperanza... y sino una ventanita...
Un beso.
Nada queda tras una puerta que cerramos al irnos ... eso creemos siempre, pero no es cierto.
ResponderBorrarPrecioso y emotivo relato, Alma.
Me quedo con ese turbio ... "Seis; seis veces había creído, se había ilusionado, había fantaseado"
A mí me emociona tu huella Enrique, siempre. Gracias por continuar a visitarme y leerme... de todo ♥, gracias.
BorrarUn beso grande.
Un muy buen relato has creado, y que envuelve poco a poco hasta ese desenlace, al menos en la historia. Decisiones que no siempre son fáciles y que requieren de mucha convicción para no ser las equivocadas.
ResponderBorrarBesos dulces Alma.
Gracias Dulce... Creo que sólo el tiempo puede decir si ciertas decisiones son o fueron equivocadas, lo que no significa que en el preciso instante que se toman no sean las correctas.
BorrarBesos salados como el mar... ya sabés, para contrarrestar... ;)
Bom dia, gostei ler a historia criatividade, a inesperado faz parte da vida, ao virar de uma esquina este pode surgir negativamente ou positivamente. parabéns pela criatividade.
ResponderBorrarAG
Bienvenido a esta playa por comenzar.
BorrarEs así, yo también creo que lo inesperado hace parte de la vida, lo bueno y lo malo... y que todo puede cambiar al doblar en una esquina.
Gracias por tu huella y espero sea la primera de muchas, un beso.