Había una
vez, en un país muy, muy lejano, una pequeña princesa de largos cabellos
dorados como rayos de sol. La princesita era el fruto del amor entre el viejo
Rey del Bosque y el Hada Maestra.
Desde muy
niña había tenido que enfrentarse a algunas dificultades, que pusieron a prueba
su coraje. Pero ella había heredado el temple y la determinación de su padre, y
cada cosa la transformaba en algo positivo. De su madre había heredado la
curiosidad y las ganas de aprender, de hacer; por ello siempre estaba con la
naricita dentro algún libro. Fue así que, aunque todo le fuera hecho y servido,
ella aprendió a cocinar y a coser, entre muchas otras cosas.
A medida
que la princesa iba creciendo, más aumentaban sus ganas de aprender, su deseo
de estudiar. El viejo Rey probaba a explicarle que ella no tenía porqué ir a la
escuela, que ella era diferente al resto de las niñas. Sin embargo, exactamente
eso era lo que ella no quería. Ella no deseaba ser diferente, ella quería ser
como las otras niñas de su edad. Más grande se hacía, más rebelde se volvía. Su
madre, el Hada Maestra, ya no recorría el castillo buscándola, iba directamente
a la cocina, y allí la encontraba cubierta de harina, probando y preparando
alguna nueva receta.
Finalmente,
cuando la princesa estuvo por cumplir los dieciocho años, eligió su destino. Al
llegar el día de su mayoría de edad, ella dejaría la corona y todo lo que ella
significaba. Deseaba partir a recorrer el mundo, a conocer los miles de
rincones y misterios que éste aún tenía reservados para ella. Vestiría como
cualquier otra joven mujer de su edad. Estudiaría y buscaría un trabajo para
mantenerse. Los Reyes temían que su princesa, la niña de sus ojos, no comprendiera
del todo aquello a lo que debería enfrentarse; sin embargo la joven les
respondió que desde ese día su única corona sería la libertad.
(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 47: Escribe un cuento de princesas,
pero dale un vuelco radical a alguno de sus tópicos.)
...dedicado a mi Princesita B.
Buen relato, un cuento de los que siempre interesa leer. Me gusta el final, estoy de parte de la libertad. Un abrazo
ResponderBorrarGracias Ester... yo también estoy de esa parte, creo que nadie puede cortar esas alas.
BorrarBesotes.
Es una vuelta de topicos y radical. Bien logrado.
ResponderBorrarUn abrazo
Muchísimas gracias Demi.
BorrarUn besote, paisano.
Esa princesa y yo hubiéramos sido muy buenas amigas jejeje… 😉
ResponderBorrarMe encantó, mi preciosa Alma, porque así es como siento la vida… untándonos de ella, riendo, llorando, sintiéndola en toda su esencia y libertad… no hay mayor ni más importante corona o bandera, que esa bendita libertad que nos da el beneplácito de Ser y Sentir, como en verdad nos hace sentir plenos…
Precioso! Un placer siempre leerte…
Bsoss y cariños enormes 😘
Seguramente adorarías a esa princesa, y ella a vos!!
BorrarTod@s debemos ser libres de ser y sentir... de latir a nuestro ritmo... que la libertad sea la mejor corona.
Besotes super, super grandes...♥
Seguro muchas princesas o príncipes o personas con algún título de nobleza, habrán deseado aquello alguna vez, ser comunes y corrientes. Y quienes no, buscan lo contrario, paradojas de la vida.
ResponderBorrarBesos dulces Alma y dulce semana.
Como [casi] siempre, estoy de acuerdo con vos... parece ser verdad eso que dicen por aquí, que la césped del vecino es siempre más verde...
BorrarBesos salados como el mar, Dulce.
Qué buen giro final! Sin duda una princesa piola y sobre todo LIBRE!
ResponderBorrarbesazos bonita!!
No he conocido una princesa más pilla que ella... es hermosa en todos los sentidos.
BorrarBesotes gigantes!!
El cuento del revés. Muy buena idea :-) :-)
ResponderBorrarEspero no encuentre un sapo fuera y sí un príncipe que la trate como una reina.
Besos enormes.
Estoy segura que así será... el que elija será un príncipe... (y me encargaré que la trate como una Reina!! ...jajajajajaja)
BorrarBesisssssssssss Mag.
Ojalá la libertad reinase así en tod@s, mi querida Alma.
ResponderBorrarGracias por traer esta entrada cuyo mensaje nos hace reflexionar.
Mil besitos, corazón.
Ojalá Auro... es mi más grande deseo.
BorrarBesotes infinitos.
Ya lo dijo Sabina hace tiempo que las niñas ya no quieren ser princesas, quieren decidir en su vida como hace tu protagonista. Bien por ellas.
ResponderBorrarUn beso y feliz fin de semana
Lo más justo que cada un@ pueda decidir sobre su propia vida... my, muy bien por todas ellas.
BorrarBesotes Conxita!