Finalmente sábado y el inicio del fin de semana. Estos últimos
días fueron de locos por decir poco. Igual estaba ya tan acostumbrado a sus
despertares casi al alba que hoy no sería la excepción. Decidió ir a recorrer
un negocio del que tanto le habían hablado, donde se pueden encontrar antigüedades
y artesanías de muy buen nivel y a un precio conveniente. Jeans y una camisa
ligera, aún siendo primavera, comenzaba a hacer un poco de calor llegando el
mediodía. Bajó de su departamento y comenzó a caminar, le gustaba pasar esos
momentos solo, no depender de nadie, un poco como en la vida misma. Viéndolo
así vestido se lo podría confundir con un hombre cualquiera, mejor dicho, por
un muchacho. Porque la verdad es que daba una impresión totalmente diferente
cuando estaba en su oficina, siempre en traje y corbata, detrás de su
escritorio, rodeado de todos sus proyectos. Ese muchacho no era aquel hombre,
hoy era un día donde se difrutaría la vida.
Ella se estiraba entre las sábanas de algodón de su cama; le
gustaba sentir su cuerpo desnudo a contacto con esa suavidad. Ahora esa piel
morena se veía más hermosa con la luz de la mañana que se filtraba por el
ventanal. El gato negro a sus pies parecía imitarla; lo había encontrado en la
puerta del edificio un año atrás, y fue imposible no enamorarse de esa bolita
de pelo. Terminó con ese ritual de sábado por la mañana y se dirigió a la
ducha. Comenzó a relajarse bajo el agua caliente mientras con la esponja se
masajeaba lentamente el seno, sentía que podría quedarse allí por horas.
Después de pocos minutos una nube de vapor lo cubría todo, difundiendo un
exquisito perfume de almendras.
Cómo le gustaba caminar por la ciudad a esas horas, sentir el
aroma que salía de las confiterías, de las panaderías, de los bares. Las hojas
de los árboles aún mojadas por el rocío. El sol ya brillaba y se reflejaba en
su cara, calentándola. Una leve brisa jugaba con su pelo, y lo refrescaba
cuanto bastaba. Llegó a la avenida, cruce principal de ese barrio, donde los
rumores se acentuaban y el ritmo se aceleraba…, y todos los olores y sabores se
mezclaban.
Una mano con las uñas largas y con un perfecto french, acomodaba
un mechón de pelo rebelde sobre la nuca. Cabellos negros como una noche sin
luna, pero que con la luz del sol parecían reflejar el fuego que recorría su
cuerpo. El conjunto de encaje blanco sería lo más precioso en su vestimenta ese
día, pues tenía pensado salir a dar un paseo y un par de jeans cómodos y su
camisa floreada estarían más que bien. Una fresca fragancia la envolvía. Sin
más joyas que sus pulseras de plata y esa fina cadena en su tobillo derecho,
que apenas se dejaba ver al caminar.
Justo en esa esquina, con una puerta antigua restaurada, de esas
que ya no se ven mucho por ahí, se encontraba el lugar del que tanto le habían
hablado. El perfume de madera y lavanda que provenía de todo el local invitaba
a entrar y perderse en él. Parecía estar recorriendo una casa privada, los
muebles y los objetos estaban predispuestos de manera que esa fuera la
sensación. Habían varios restaurados de forma impecable, enriquecidos en sus
detalles. Una cama con unas rosas talladas en la cabecera, y una finísimas
sábanas de lino blancas bordadas, seguramente a mano. Una antigua biblioteca de
roble con algunos libros que enseguida curiosó; algún clásico, uno de cocina
tradicional italiana…, y unos de literatura erótica que no le pasaron
desapercibidos.
Una fina linea negra bordeaba la parte inferior de esos ojos
oscuros y profundos. Un poco de rimel en las pestañas, y ese es todo el
maquillaje que solía usar. Siempre le había gustado ir más a cara lavada que
otra cosa; creía que la sensualidad pasaba por otro lado.
En las paredes habían algunos cuadros, replicas de famosas obras
de arte, y algunas interesantes fotografías en blanco y negro. En un
ángulo, dos sillones que se veían muy cómodos, casi que invitaban a sentarse; y una pequeña mesa en medio con una orquídea maravillosa y algunas velas. Un gato negro se cruzó entre sus piernas, casi haciéndolo caer; dirigiéndose hacia una canasta de mimbre con un almohadón rojo muy mullido.
ángulo, dos sillones que se veían muy cómodos, casi que invitaban a sentarse; y una pequeña mesa en medio con una orquídea maravillosa y algunas velas. Un gato negro se cruzó entre sus piernas, casi haciéndolo caer; dirigiéndose hacia una canasta de mimbre con un almohadón rojo muy mullido.
Hola Alma.
ResponderBorrarUn relato por demás interesante.
Las imagenes y sensaciones creadas son magnificas y muy vívidas.
Me gustó mucho.
Aguardaré la continuación.
Un beso.
Hola Ricardo! ...qué lindo volver a verte por aquí!
BorrarGracias por tus palabras, sabes que aprecio tu opinión, ya que escribes historias estupendas y que llegan... un beso.
Ella parecía que mostraba su cuerpo desnudos para los espectadores de la ficción. No digo lectores porque casi que llegué a visualizar tu historia.
ResponderBorrarQue oportuno estuvo ese gato, propiciando ese encuentro. No buscaba algo especial, o tal vez no sabía que lo buscaba, pero lo encontró.
Besos.
Demiurgo!!! ...casi casi sos un adelanto de lo que sigue!
BorrarMe encanta que hayas (casi) visualizado la historia.
Un besote.
Los gatos tienen un sentido extraordinario y saben ser oportunos como nadie.
ResponderBorrarMe gusta la historia porque la vivo desde el primer momento, desde que él cambia su rutina de día a día para perderse en las calles..., desde que ella se despereza y acaricia su carne... y baja a la calle... distintas pisadas,misma dirección.
Ya te he dicho por otro lado que me parece una entrada tierna, pausada, sutil..., que las imágenes crean la atmósfera idónea...
Un beso enorme.
Mag... sólo te digo "gracias"...gracias por ser y estar para mí, día a día ...gracias Mag, gracias por ser Amiga, y de verdad.
BorrarBesotes y el resto, lo sabe(mo)s.
Dos realidades que imagino se cruzarán, y que el gato negro no será mal augurio. Me gustan los gatos :)
ResponderBorrarBesos dulces y dulce semana.
Pues imaginas bien Dulce. A mí tambén me gustan los gatos, los adoro ...si por mí fuera tendría varios ...pero bueno, me conformo con el mío que es increible!
BorrarUn beso salado como el mar y el deseo que tu semana sea estupenda.
Con ganas de seguir..... :)
ResponderBorrarUn beso
Todo llega Eva... todo.
BorrarUn besote enorme ...ahhh y un abrazo fuerte fuerte. ;)
Tus letras me han enganchado de principio a fin... se avecina un encuentro si no me equivoco... espero la próxima entrega. Ainsss, ese gato... me conquistó como los ferrero roché, a la primera.
ResponderBorrarMil besitos, preciosa y buen comienzo de semana.
Mmmmmm los Ferrero... una taza de café... un buen libro (de prosa poética tuya por ejemplo!) ...y la estufa a leña encendida ...y la tarde es perfecta.
BorrarBesotes Auro ...mil gracias por tus mimos ...y vamos que nos falta poco para otro fin de semana!
Continuará... Esa palabra que me deja en ascuas y me hace subir por las paredes jajaja
ResponderBorrarMe he quedado con muchas ganas de más. De imaginar su cara al verla, de como se conocerán, de qué hablarán. Qué mala eres haciéndome esto jajajaja.
Pero, ante todo, he de decirte que en este primer capítulo relatas muy bien la sencillez de un día cualquiera, con la simplicidad que uno mismo puede tener en su vida y deja claro que, es en los casos más simples donde podemos encontrarnos con grandes cosas. En definitiva: Genial.
Un besote!!
¿Tú me llamas mala a mí? ...mira que he pasado por tu casa, y eso para un miércoles, mitad de semana, sí que es malo!!!
BorrarLa segunda parte ya está en elaboración prometo traerla lo más pronto posible... un besote enorme Nana!