Se miraba las manos.
La tierra se había mezclado con la sangre, cubriéndolas de una manera que
parecía imposible lavarlas. Pero debía hacerlo, no podía detenerse ahora. Debía
terminar con todo eso. Con el agua fría, la sangre volvió a brotarle de debajo de
las uñas. Porque sí, la sangre era suya; se había herido al terminar de
excavar. Había olvidado qué dura podía ser la tierra de allí donde había
decidido enterrarlo. Sin embargo, no podía ser en otro lugar, y no podía
haberlo hecho ningún otro. Ahora estaba sola, definitivamente sola. Las
lágrimas comenzaron a rodar por su rostro.
Hacia ya algunos años
que Pedro había decidido marcharse. Luego de todo lo vivido, lo compartido
juntos. Él había dicho que no era allí donde deseaba estar. No era su “lugar en
el mundo”. Que irónico le resultaba recordar sus palabras. Le había pedido de
seguirlo en nombre del amor entre ellos; pero no, no podía. No hubiese jamás
podido abbandonarlo. Él no lo hizo.
Aún recordaba cuando
había llegado a esa cabaña, en medio a las montañas; creyendo que ya nada,
nadie le quedaba. Y allí estaba él. Tan serio, tan duro en sus modos, tan
acostumbrado a vivir solo. Que hubiera podido negarse a que ella se quedara;
hubiera podido enviarla lejos, a la capital, darla en adopción. Pero no lo
hizo.
Él le había dado la
única cosa de valor que un ser necesita: amor. Entonces, ¿cómo hubiese podido
ella dejarlo a su suerte por correr detrás de Pedro? No, no hubiese podido
jamás ser tan egoísta. No con él. No con quien la había hecho ser la mujer que
era. No con su abuelo. Menos sabiendo que él estaba enfermo, muriendo.
Él no se lo había
dicho, pero ella lo supo. Hacía meses que ya no era el primero a levantarse; y
sus pasos se habían vuelto pesados. Su espalda ya no era tan rígida, como si de
repente llevara el peso de una vida sobre ella. Cuando Pedro se marchó, vió la
angustia en su mirada. Le dolía, sabía lo que había entre ellos. Lo había visto
nacer y crecer todos estos años. Desde el primer día que Heidi había llegado
allí y se había encontrado con Pedro, supo que terminarían juntos. Y ahora él
era una carga para ella, aunque ésta lo negara repetidamente.
Pocos meses después,
él ni siquiera salía de la cama; y era Heidi a encargarse de todo. En primer
lugar de su abuelo. Pese a los dolores, que ya no le daban tregua, y éste se
negaba a que llamara a un médico. Se había pasado una entera existencia a no
tener nada que ver con ellos, -y con nadie más, a decir verdad-, que no
iniciaría ahora que ya nada podía hacerse. Su temor era que convencieran a
Heidi de internarlo en alguna clínica de la capital; y así morir en el único
sitio en el que deseaba hacerlo.
Los dolores se habían
vuelto insoportables. Había adelgazado tanto que sobre la cama padecía la
sombra del gran hombre que había sido. Sin embargo, el corazón se resistía a
dejarlo marchar.
Una noche, en uno de
esos pocos momentos de lucidez que aún le dejaba la enfermedad, se lo pidió.
Ella lloró todas las siguientes horas, pero cuando llegó la mañana, se secó las lágrimas, se
levantó y le preparó la taza de leche caliente. Le agregó una segunda cucharada
de miel para disimular el sabor. Lo ayudó a tomarla, y permaneció a su lado
hasta el final; sosteniendo su mano.
Es el número 19: Piensa en tu personaje de infancia favorito, y haz que haya cometido un asesinato.
Describe cómo ha llegado a matar.)
Infinitamente desgarrador, y, a la vez, narrado con mucha sutileza.
ResponderBorrarBesos.
Muchísimas gracias Amowhor... es un placer que me leas, y más que te guste.
BorrarUn besote.
Uy, siendo sincera me cuesta imaginar a Heidi en este papel, así que te aplaudo por tú poder haberlo hecho. Interesante dinámica, divertida, aunque triste historia.
ResponderBorrarUn gusto leerte.
Creo, al menos de mi experiencia, que el amor más grande y el alma más bondadosa, llegaría a límites impensables por ese otro que tanto ama.
BorrarEl gusto de encontrar tus huellas, Kadannek, es siempre mío.
Recuerdo esa serie animada, como la pequeña protagonista se la pasaba llorando gran parte de la historia. Con motivos para hacerlo. Así que le encuentro sentido a esta historia.
ResponderBorrarDesgarrador y verosimil.
Besos, paisana.
Lo que pretendía, siendo sincera, es que fuera verosimil... y si lo he logrado, me doy por satisfecha, Demi.
BorrarBesotes paisano!
Uf realmente has logrado el cometido de la propuesta!
ResponderBorrarHeidi fue uno de mis primeros libros que leí,es más lo leí no sé cuantas veces y siempre descubría algo diferente.
En tu historia el giro es dramático y absolutamente emocionante.
Me ha encantado!
Creo que a veces la vida nos meta delante elecciones difíciles, no por la acción en sí -lo más probable es que bajo determinadas circunstancias, todos seríamos capaces de matar-; sino más bien por el amor que te une a ese otro... No sé si me explico, pero si sigo me terminaré enredando...
BorrarSmu@cksssssssssssssssssssss Ale!!!
Fue el primer personaje que me arrancó lágrimas y una ternura infinita, fue la primera serie que provocó el brote de todas las emociones juntas, aún hoy logra emocionarme tanto como lo ha hecho tu relato, mi querida Alma... precioso y lleno de vida.
ResponderBorrarMil besitos para tus sueños y feliz inicio de semana ♥
¿Sabes? ...me ha encantado que lo hayas encontrado "lleno de vida", porque así lo creo y lo pensé yo ...esto es una perspectiva, una parte de la vida, a la cual todos llegamos, tarde o temprano, bien o mal.
BorrarGracias Auro por tu siempre buena compañía y apoyo... besotes infinitos!
Precioso como has logrado darle el sentido a la historia. De verdad te superas tremendamente y me encanta. Beso Almita
ResponderBorrarMuchísimas gracias Dem... quién lo hubiese creído, ¿no? ...vos, vos lo creíste y me empujaste a este espacio... gracias por eso también.
BorrarBesotes!
Un duro giro a la historia. Muy emotivo y crudo. Y no se aleja demasiado de muchas de las situaciones que se viven en la realidad. Toca la fibra…
ResponderBorrarBellísimo, mi querida alma…
Bsoss enormes, y muy feliz semana.
No, no se aleja de muchas realidades, aunque algun@s no elijamos el camino de la protagonista.
BorrarMe emociona que te haya tocado la fibra Gin... besotes enormes preciosa!!
No había visto esta entrada, pero no me la he perdido. Heidi, su abuelo y Pedro, esos personajes de la niñez pero en tu relato llevados a otro escenario, aún así y con ese desenlace, no pierden ternura en alguna medida.
ResponderBorrarMás besos dulces Alma.
Aichhhh Dulce...si te la hubieses perdido no era un problema...(aunque me sonó a tirada de orejas 😬)...
BorrarDe todos modos, gracias, siempre gracias es lo que puedo decirte a ti por la constancia, dedicación, respeto y amistad que dedicas a este espacio, a mis letras y a mí, expresadas en cada entrada desde que te conozco... gracias!
Besos grandes como el mar.
Wow!!! Me encanta Heidi, aún suelo verla, y leer esto me llenó de emoción...
ResponderBorrarQue bien lo describes, Alma, cada detalle, te superas en cada reto eso ni dudarlo, y me hace muy feliz!!!!!!
Besazos muuuuuchooooss!!!!♥
Mi niña, mi pequeña gran escritora...viniendo de ti, es más que un cumplido, es todo un honor.
BorrarBesotes enormes y quieroTe mucho...😘😘😘