sábado, 31 de agosto de 2019

Otra vez tenía esa sensación, ese cosquilleo que le invadía el cuerpo, el sexo, cuando lo leía. Sentía esa sirena de alarma dentro su cabeza. Él era de esos hombres peligrosos, sabía siempre qué decir.

“Me gusta tu presencia e intentaré merecérmela,
aunque no gane el derecho de ocupar parte de tu cama.”

Sin saber que con sólo esa frase, él ya se había metido en ella.


(Este microrelato pertenece a “Reto: 5 líneas” propuesto por Adella Brac.
Las palabras son las de los meses de Agosto: tenía - sirena - hombres.)

domingo, 11 de agosto de 2019

¿Cómo lo había conocido? Tal vez si hubiese sido otra no lo recordaría, pero ella, ella recordaba cada pequeño detalle de ese encuentro.

Se había presentado ante ella casi en puntas de pie, pero con el rostro lleno de preguntas. Ella le dejó abiertas todas las posibilidades, porque él había sabido hacerle cosquillas a su curiosidad. Por cada pregunta que le hacía, ella sonreía de forma pícara, alzaba los ojos al cielo y le respondía no sin cierta timidez.

Me gusta ser el que provoca tu sonrisa. –le dijo y ella se ruborizó como si fuera una adolescente y esa fuera una declaración de amor.

La verdad es que él le gustaba desde mucho antes de cruzar las primeras palabras. Lo había oído hablar tantas veces, siempre con la respuesta pronta, aquella justa. Él no dejaba de preguntarle, deseaba saber todo sobre su vida y ella, con su más sincera naturalidad, le respondía, le contaba todo.

Si sigues... si sigo... te me harás vicio... –le dijo ella como con miedo en la voz.
Me encanta hacerme vicio. –respondió él tomándola por el mentón y obligándola a mirarlo. ¿A qué le tienes tanto miedo? ¿A mí?
Sí... y no... –las palabras salieron de su boca sin poder detenerlas.
Explícame. –le pidió.
Me gustas mucho... me encantas... pero mi vida es demasiado complicada como para dejar que lo que siento, que esto que tú me provocas, me invada y tenga el sobreviento... –más sincera que así no podía ser.
¿Y qué harás? –preguntó mientras se acercaba peligrosamente. ¿Te frenarás? ¿Pondrás límites?
Sí... sí, si es necesario... –respondió mostrando una seguridad que no tenía.
Si crees lograrlo, te dejaré intentarlo. –y su aliento le rozaba el cuello.
No me dejes... –murmuró colocándose en ese espacio que él le había hecho entre sus brazos.
Dejarte sería castigarme a mí mismo. –la abrazó fuerte y selló sus palabras con un beso.


Si quieres, déjame aquí tu huella...

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