jueves, 30 de julio de 2015

Mar adentro

Tierra adentro, entre calles de adoquines y asfalto, nació mi cuerpo pero no mi alma.
Yo soy como el Tango de mi ciudad:
Fuego en las venas, pasión en los pies, delirio en la mente...
Y en todo ello, bailo, danzo tan lejos que los pasos transforman mi piel, y la cubre de escamas, que la pasión se vuelve mar, y hace que por mis venas corra la sal....
Y es que mi alma pertenece al mar.... es como él.... siente como él.
Mar calmo, sereno, de aguas color turquesa....
Mar abierto, después de la lluvia, con sus aguas verdes y sus olas de espuma....
Mar agitado, bravío, azul profundo, oscuro como la noche sin luna....
Mar....
Mar....
Es ahí, en la libertad de mi alma, donde como las olas, que van y vienen, así se eleva, así madura, así crece....
Y allí, en ese mar infinito, encuentra otras almas que, como la mía, se reconocen, se pertenecen....






(Este texto pertenece a los "Relatos Jueveros" y esta semana
la convocatoria fue hecha por Maribel desde su blog "Soliluna".
Te invito a leer el resto de los participantes aquí!)



miércoles, 29 de julio de 2015

Amiga... Hermana.

Nat y Sil fueron amigas desde el mismo instante en que se conocieron, 33 años atrás. Ambas no podían ser más diferentes. Nat era rubia con los ojos color miel, que irradiaban toda la dulzura de su alma. Sil con su pelo azabache y sus ojos negros profundos como la noche. Compartían todo; se contaban todo, y lo que no, igual lo sabían, tenían el don de leerse el alma, sin necesidad de palabras, bastaba escucharse la voz o mirarse a los ojos.

En la medida que crecían, más se unían. A Sil le encantaba ver el magnetismo que tenía Nat; nadie resistía a sus encantos, a su sonrisa. Sil la admiraba.

Pero un día sucedió lo impensable. Nat traicionó la confianza de Sil. Y aún si lo hizo por buenos motivos y sin el más mínimo ánimo de hacerle daño, Sil se sintió profundamente herida. No hubo razones, ni explicaciones…, algo se había roto.

Pasaron tres largos años, donde se cruzaban casi a diario. Nat pedía disculpas con la mirada, Sil le pagaba con el peor de los castigos, la indiferencia. Pero Nat no se daba por vencida; y cuando a Sil le tocó pasar por el momento más delicado de su vida, ella, sin pensarlo un segundo, hizo un paso adelante.

Volviste… -dijo Sil con una dura esperanza contenida.
Nunca me fui, sólo me mantuve a distancia… -respondió Nat, extendiendo la mano y abrazando a Sil, porque sabía que era demasiado orgullosa para admitir que lo anhelaba.

Hoy no son simplemente amigas, son la familia que se elige, son hermanas. Siguen sintiéndose y leyéndose el alma, pese a la distancia. Han aprendido que quién te ama no está a salvo de herirte. Pero cuando el sentimiento es verdadero todo se salva, todo se cura.





Y el tiempo pasó…

Aunque pretendamos que no
invitablemente lo ha hecho
y, aunque no puedas creerlo,
sin pedirnos permiso.

Pasó, y volver atrás,
es imposible,
lo hecho, hecho está.

Pasó y nadie te pedirá perdón
ni tú lo harás,
tal vez ni siquiera,
recuerdes el por qué,
ni por quién.

Pasó y crecimos,
no te ví llorar,
ni reir;
no te ví feliz
pero tampoco triste.

Quién iba a decir,
que pasaría tan rápido;
que iba a separarnos
justo a vos y a mí,
que ibamos a voltear fronteras
pero de la mano.

¿Qué pasó? ¿Qué hicimos mal?
Hoy, después de tanto tiempo,
son preguntas que ya
no tienen ningún valor.

Si este tiempo pasó para bien,
para vos, para mí,
no pasó en vano.
Si después de este tiempo
vos y yo podemos un día cruzarnos,
saludarnos,
hacer un silencio,
y decir ‘te quiero’.

No en vano ha pasado el tiempo,
no en vano he esperado
ese perdón que nunca va a llegar
pero que bien se puede reemplazar,
por un beso,
un abrazo,
un jamás te pude olvidar
porque eras mi amiga
y de verdad.

Y, aunque no nos haya pedido permiso,
qué suerte que pasó,
porque ya crecimos y sabemos
valorar lo que es una
verdadera amistad.

Nat-1992



jueves, 23 de julio de 2015

En sueños...

Estaba más que cansada ese año, necesitaba vacaciones. Pero la idea de ir sola me desanimaba.

Pasó el tiempo y no había reservado ni comprado pasajes para ningún lado. Y así, mi primer día de vacaciones me encontró paseando por la ciudad, sin saber qué hacer ni dónde ir.

Me metí en una cafetería nueva, “La Reina de Corazones”…, ya el nombre me hizo sonreir. No había nadie; salvo él. Un poco excéntrico pero con una mirada penetrante.

Sé exactamente lo que esta hermosa dama desea. –dijo de forma especial y divertida.

¡Qué bueno, porque ni yo misma lo sé! –respondí con mi mejor sonrisa; a lo que él se tomó el pecho, como gesto que lo había tocado.

Te invito un exquisito té con torta en el jardín de aquí atrás... –y agregó sussurrando; …es mágico. –a lo que extendió su mano.

No dudé dos segundos. Fuimos hacia allí, aunque si no parecía haber nada, menos un jardín. Al abrir la puerta no podía creer lo que veía. Árboles enormes rodeados de flores de todos los colores. Pajaritos cantando en todas sus ramas. Y mariposas, cuánto hacía que no veía tantas mariposas!!!

Parece un sueño! …y si me dices que lo es, no quiero despertar. –le dije mirándolo a los ojos.

Un sueño donde estamos tú y yo... –me respondió.

En el medio de este inmenso parque, había una mesa llena de cosas deliciosas, y el té humeante que nos esperaba. Hasta juraría haber visto un conejo corriendo por entre los árboles y un gato que aparecía y desaparecía por detrás de la mesa.

Era como si nos conocieramos de toda la vida. Hablabamos, y uno completaba al otro con las palabras. El tiempo se había detenido.

Sentí una mano sobre mi hombro.

Despierte señorita…, debemos cerrar. –era una mujer regordeta con una falda a rayas.

Uyyy…, me disculpe… –dije sorprendida. Es que estaba tomando el té en el jardín con…

¿En el jardín? …señorita, debe haber soñado. –me respondió riendo.

Ya en la calle, un gato cruzó entre mis piernas y casi hizo que cayera. Al alzar los ojos lo ví..., era Él, con su mirada en mí, diciendo:



La publicidad de una nueva película…, definitivamente necesitaba vacaciones.








(Este texto pertenece a los "Relatos Jueveros", y esta semana la convocación
fue hecha por Max desde su blog "Diario del último bufón".
Te invito a leer el resto de los participantes aquí!)




lunes, 20 de julio de 2015

La lección de la Amistad

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno golpeó al otro.

Éste, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "Hoy mi mejor amigo me ha golpeado."

Siguieron adelante y llegaron a un oasis, donde resolvieron bañarse. El que había sido golpeado y lastimado, comenzó a ahogarse, pero fue salvado por el amigo. Al recuperarse, tomó su daga y escribió en una piedra: "Hoy mi mejor amigo me salvó la vida."

Intrigado, el amigo preguntó:
-¿Por qué después que te lastimé has escrito en la arena y ahora escribes en una piedra?

Sonriendo, el otro respondió:
-Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo. Por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde viento ninguno en el mundo podrá borrarlo.



Se necesita sólo un minuto para que te fijes en alguien, una hora para que te guste y un día para quererlo. Pero se necesita toda una vida para que puedas olvidarlo.










sábado, 18 de julio de 2015

Algunos piensan que el amor sea encontrar a alguien parecido a uno..., que piense como vos, que haga como vos, que diga lo que quieres oir..., y así, dicen querer..., pues para mí eso no es amor..., así sería demasiado sencillo...

Cuando yo digo "te quiero" estoy diciendo "te quiero como sos"..., no quiero que cambies, no quiero que simules, no quiero me digas lo que quisiera escuchar...
...te quiero tal cuál sos, sin engaños ni mentiras...
...te quiero sabiendo que hay cosas tuyas que no me gustan, como las hay mías que no te gustarán...
...te quiero aunque tus modos no sean los míos, son tuyos y están bien...
...te quiero aunque sé que habrá días NO..., que podrás lastimarme, que podré lastimarte...
...te quiero porque sé que me dirás lo que necesito escuchar, aunque no sea lo que quisiera...
...te quiero aunque nos demos cuatro gritos, dos chirlos y un puño en la mesa..., porque luego estaremos como siempre..., mejor que siempre...
...te quiero porque lo que me das es mucho, mucho más que todo el resto...
...te quiero porque aunque no estemos de acuerdo, nos apoyamos..., y si va bien seremos felices ambos..., y si va mal, ninguno dirá "te lo había dicho"..., sólo nos abrazaremos...

...por todo esto, y por infinitas cosas más, yo te quiero y es la única forma de amor que conozco... la que da libertad... la que deja Ser... en la que se elige estar...





jueves, 16 de julio de 2015

La conocí una tarde cualquiera. Allí iba yo concentrado en mis cosas cuando la ví. Lo que sentí fue como un rayo en el más sereno de los cielos.

Recuerdo sus cabellos, recogidos, aunque si ese mechón continuaba a caérsele delante de los ojos. Era tan bonita. Sola debajo de ese árbol, con su libro como única compañía.

Comencé a ir día trás día, sólo para verla desde lejos. No encontraba ninguna excusa para acercarme, y eso que no solía ser para nada tímido. Hasta que un día, decidí “robarle” uno de sus libros a mi hermana, uno de esos que leen las mujeres, e ir antes de la hora de siempre. Por suerte aún no había llegado, por lo que puse el libro debajo del árbol donde ella se sentaba, con unas flores que había recogido de camino al parque, de esas campanillas lilas que tanto me gustaban. Y me alejé para observarla.

Llegó y al notar el libro se detuvo. Miró para todos lados, pero no logró verme. Se sentó y comenzó a leerlo. Luego de unas horas y antes de irse, se sacó una de las cintas con las que tenía sujeto el pelo y la colocó dentro el libro, dejándolo donde yo lo había puesto. Cuando estuve seguro que ya no estaba cerca, fui a recogerlo. Con la cinta había marcado una parte del libro donde contaba cómo el valiente príncipe se presentaba a rescatar a la princesa de la soledad de su torre. Una sonrisa se dibujó en mi cara.

Fueron pasando los días, las semanas, yo le dejaba libros marcados con flores, y ella me los devolvía dónde quería leyese, señalado con sus cintas de colores.

Pasaron más de cincuenta años desde ese inicio, y aún hoy, le dejo libros marcados con flores lilas y ella, aunque ya no se recoge el pelo con cintas, siempre encuentra una para marcarme sus respuestas.



(Este texto pertenece a los "Relatos Jueveros", y esta semana la convocación
fue hecha por Dorotea desde su blog "Lazos y raíces".
Te invito a leer el resto de los participantes aquí!)





martes, 14 de julio de 2015

Hoy no es tu cumpleaños.
Hoy es un día cualquiera, de un mes cualquiera, de un año cualquiera. Pero vos me enseñaste que es el detalle el que convierte un “cualquiera” en especial.
Me enseñaste tantas cosas, aún sin darme “lecciones”.
Me enseñaste que amar es dar sin esperar nada a cambio. Ofrecer todo lo que se tiene, no simplemente lo que te sobra.
Me enseñaste que el amor tiene que ir acompañado por el respeto, y que sino, no es amor.
Me enseñaste a ser leal. Leal con el otro, pero sobre todo, conmigo misma.
Me enseñaste que mis derechos terminan dónde inician los de los demás; y que a eso se le llama libertad, sino es libertinaje.
Me enseñaste que uno puede elegir mentir, y puede hacerlo con todo el mundo, salvo con esa persona que te mira desde el espejo.
Me enseñaste a perseverar, a no rendirme, a nunca dejar de soñar. Que una se puede doblar, y hasta caer; pero no quebrarse, y mucho menos, darse el lujo de no volver a levantarse.
Me enseñaste que no siempre estaríamos de acuerdo, pero que eso no disminuiría el amor que nos tenemos.
Me enseñaste a ser quién soy. Me enseñas aún hoy, pese a la distancia. Y me enseñarás más allá de tu tiempo, porque vos estarás en mí siempre.

Te amo Mamá.






viernes, 10 de julio de 2015

Sucedió en un tren

Ella había decidido  marcharse. Siempre dijo que terminados los estudios iría a vivir al mar…, pero las vueltas de la vida se encargaron de dejarla en Buenos Aires. Él, se encargó que se quedase allí.

Ahora había decidido cumplir su sueño. Su hija en poco tiempo sería mayor de edad. Y él…, él no había querido seguirla. Que el trabajo; que la familia; que la casa; que los amigos de toda la vida; que el momento que se estaba viviendo no era bueno…, nunca había sido “el momento”. Sin embargo, ella había hecho todo y se iba. Pidió el transferimiento en la escuela, buscó un departamento, preparó a su hija. No había vuelta atrás.

Viernes 10 de febrero de 1989. Estación Constitución. El tren hacia Necochea parte a las 11:00hs. Ella ya está en él, con las valijas llenas y el corazón destrozado. Han pasado más de dos horas desde que partió y no ha dejado de llorar. Aún sabiendo que era lo correcto, sin él le sería más difícil. Fue hasta el pasillo a tomar aire y lo sintió.


No creerías realmente que dejaría marchar al amor de mi vida, ¿verdad? susurró a sus espaldas antes de besarla.



(Este texto pertenece a los "Relatos Jueveros" y esta semana la convocación fue hecha
por Alfredo desde su blog "La Plaza Del Diamante".
Te invito a leer el resto de los participantes aquí!)



jueves, 2 de julio de 2015

Un día en la vida

7:00am, sonó el despertador. Abrí los ojos. Comenzaba la rutina.

Ducha. Ropa de oficina. Maquillaje ligero. Perfume. Café al vuelo…, el primero. Bajé las escaleras apurada, como siempre. Tomé el subte y caminé dos cuadras…, 9:00am, llegué al trabajo. Por las próximas seis horas estaría atrapada entre números y papeles. ¿Cómo es que había llegado a ser una empleada contable? Ahhh sí, “las letras no te darán de comer!”, la voz de mamá sonó en mi cabeza.

15:00pm se terminó, el part time tenía sus ventajas. Salí e inevitablemente fui al café literario de la esquina. Ya era una clienta fija allí.
-¡Hola! …el maxi café de siempre y…, ¿te llegó “El hombre que rie” de Victor Hugo?
-¡Eyy! …sí, sí, acá tenés, te estaba esperando…, todo tuyo.
Me giré para ir a “mi rincón” y…, ahí estaba él. En un instante su presencia inundó el local. Me perdí en sus ojos…, me sonrojé…, y le sonreí. Me dirigí a mi mesa; 10 minutos después él se paró delante y preguntó: -¿Podría compartir el lugar? …es que no hay otro. Ni siquiera miré alrededor para ver si era cierto, no me importaba, sólo volví a sonreir…, y mirarlo. Se acomodó e iniciamos a conversar. Su voz…, su boca…, su profunda mirada…, me hacía estremecer. Primera vez que lo veía y sin embargo …mi alma parecía haberlo reconocido.

¿Quieres otro café? –dijo, rozándome apenas el brazo …temblé.
Sí, gracias…, soy adicta a esa bebida. –respondí y él se sonrió.

Miré el reloj, 19:30pm …el tiempo había volado. Aún así no tenía ganas de marcharme, pero debía sino…
Ahora debo escapar por… -y me calló apoyando sus dedos en mis labios.
No hace falta que expliques, volveremos a encontrarnos... –dijo, muy seguro.
Entre letras y café… -concluí a forma de despedida y le dediqué otra sonrisa, la última…, tal vez.

Recorrí el camino de regreso a casa. Entré.
Al fin llegaste!! –sentí su voz proveniente del dormitorio. Terminé apenas de ducharme, hoy está el partido y no quiero perdérmelo! ¿Hacés algo de comer? …ahh, por cierto, ¿cómo fue tu día?

Dejé mis cosas sobre una silla, fui hasta la cocina. Rutina…, normal rutina diaria… -respondí. Mientras una sonrisa iluminaba mis ojos, empecé a cantar: "...♫ ...en un café se vieron por casualidad, cansados en el alma de tanto andar... ♫..."



(Este texto pertenece a los "Relatos Jueveros" y esta semana la convocación fue hecha por Juan Carlos desde su blog "¿Y qué te cuento?". Te invito a leer al resto de los participantes aquí!)



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