domingo, 31 de diciembre de 2017

Terminaba el año y ella estaba como al inicio, o peor. No, peor no. No se podía estar peor que como comenzó. Al principio, como casi un cuento de hadas, todo era mágico, especial. Después chocó con la realidad, y fue más o menos como hacerlo contra un camión a 150 kilómetros por hora... a un sapo le hubiese ido mejor, la muerte hubiese sido instantánea. Pero ella nunca fue tan afortunada; sin embargo, igual que en una película de zombis, se levantó y,  como solía hacer cada vez que el corazón se le fragmentaba, se llenaba de cosas a realizar. Tareas con las que cumplir, compromisos varios y, obviamente, una infinidad de buenos propósitos.

Con las tareas podría decirse que había cumplido, al igual que con los diferentes compromisos. En cuanto a los propósitos... eso ya era un tema aparte.

Por comenzar lo de la dieta y el gimnasio. Ella había llegado a la conclusión que la teoría de que todo lo que sube, baja; no se aplicaba a su persona. Lo único que bajaba era ella de la balanza, porque por el resto... No se detuvo tampoco demasiado en ello, al final había aprendido a aceptarse tal y como era.

El segundo propósito era ahorrar dinero para hacer una de las cosas que más amaba, viajar. Y ahí iba otra teoría a la basura, justo esa que dice que el dinero va y viene, porque el de ella sólo iba... y vaya a saber Dios dónde. Por lo cual al único lugar que viajó, fue al trabajo, a casa de alguna amiga, y obviamente al gimnasio, porque si algo no se podía decir de ella, era que no poseía perseverancia. Es que en el fondo, esperaba de triunfar, en qué no sabía, pero triunfar.

Y por último se había propuesto, que si para fin de año no conocía a nadie interesante, y que la supiera enamorar, pues basta, serenamente se dedicaría a su gato, a su profesión, a sus amigos y, si alguna vez cambiaba la suerte, a viajar. Pero como era fácil de suponer, ¿dónde encontraría a alguien, si se la pasaba de compromiso en compromiso, si siempre estaba ocupada?

Y allí estaba, el último del año aún en la oficina. Su familia ya la conocía y habían desistido hace mucho tiempo de insistirle en que festejara con ellos. Pero su amiga, no. Su amiga no se rendía, por lo que la llamaba cada media hora para saber cuándo llegaba. Y es que seguro quería presentarle a alguien, todavía más desesperado de lo que la creía a ella, y asegurarse así que su buen propósito de la soltería elegida no se cumpliera.

Por la enésima vez miró la hora en la pantalla de su celular. Terrorífico; ya las 20:00. Con suerte si salía ya, en una hora estaría en casa. Ducha veloz, cambiarse y maquillarse, nada de especial, simplemente para no hacer pasar vergüenza a su amiga; y estaría lista. Llamó al ascensor y mientras observaba su reflejo en las puertas espejadas. Sólo pensó que si existían los milagros, ella tendría necesidad de uno. Entró en ese minúsculo espacio sorprendiéndose de encontrar a alguien más.

Buenas noches... –saludó él con media sonrisa.
Hola, buenas noches... –respondió ella sin dejar de fijar el espectacular azul de los ojos de él.

Cuando se dió cuenta, apartó rápidamente la mirada, sintiendo como su rostro prendía fuego. Pensó una vez más que definitivamente su rueda de la fortuna estaba estaba pinchada. Se esforzó en pensar en otra cosa, cuando se escuchó un extraño ruido y el ascensor se detuvo entre un piso y el otro.

Pánico.

Tomó su móvil del bolsillo; inútil, no tenía señal. Entonces finalmente alzó la vista y observó al hombre que estaba con ella allí. Sonreía, no dejaba de hacerlo. Se sentó y comenzó a sacar cosas de una bolsa que llevaba, mientras la miraba.

¿Qué haces? –no pudo evitar preguntar.
Creo pasaremos fin de año aquí, ¿por qué no festejar, entonces? –respondió él, y le ofrecía su mano para que ella también se sentara.
¿Bromeas; no es cierto? –irónica como siempre cuando estaba nerviosa.
No... –dijo él poniéndose de pie nuovamente. Eramos los únicos en el edificio; son las 20:15 del último del año; aquí los móviles no tienen señal; no sé a ti, pero a mí nadie me esperaba, por lo cual no se preocuparán hasta mañana –con suerte, pensó en ese momento- por dónde estoy; y...

Ella lo escuchaba sin salir de su asombro, pero a la vez estaba encantada. Sus ojos; su boca; su voz. No pronunciaba ni una palabra, no le salían.

...había pedido un poco de sushi al restaurant de aquí abajo y una botella de champagne que pensaba degustar solo. –agregó él, acercándose a ella, haciéndole subir la temperatura. Y ahora el destino ha querido que termine y comience el año con una bella mujer... ¿Cómo negarme a mi buena suerte?

Comenzó a reír, y él lo hizo con ella. Eran muchos años que no recordaba terminar y comenzar un año tan bien. Y esta vez, a medianoche, su único propósito fue, no hacerlos, y tomarse la vida como viene... y eso incluía los besos de él y lo que sucedió luego...


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 52Describe una situación cómica que transcurra en el último día del año.)

sábado, 30 de diciembre de 2017

Al inicio, cuando lo conoció, le pareció estupendo. No dejaba de repetir la maravilla de hombre que era y que fortuna había tenido que se fijara en ella. Él siempre tenía ganas de hacer cosas; era curioso de todo aquello que lo rodeaba; siempre dispuesto a nuevas experiencias. Encantador en cada uno de sus modos. Nunca haciéndole faltar una atención.

Pero la magia duró poco.

La primera vez que lo notó distinto, dió la culpa a la situación; a la compañía, que no era de la mejor; y, por último, a alguna copa de más.

La segunda vez en cambio, pensó que el exceso de trabajo y los diferentes compromisos, lo tenían muy nervioso. Es que aquellos ataques explosivos de rabia debían ser producto de una acumulación de stress. Frustración, eso mismo. Debía sentirse frustrado, sino no podría explicarse aquellos arrebatos.

La tercera vez ya no encontró ninguna justificación. Estaba acelerado; enfadado con todo y todos. Gritaba contra ella como haría sólo un energúmeno en los tiempos de las cavernas. Y alzó su puño, sellando su final. Sin excusas, ni tampoco tiempo de otras reflexiones o soluciones.

Lo que ella nunca entendió, es que el café de la mañana con un poco de brandy, no era un “gusto particolar”. Que los constantes aperitivos con los colegas de turno, eran sólo excusas, como tantas otras. Que el pasarse al bar saliendo del trabajo se había convertido en un hábito peligroso. Que el beber una botella de vino fuerte, no lo hacía un “hombre de clase”...

...en fin, lo que ella nunca entendió, hasta ese último instante, fue la adicción de él a la bebida. Porque en realidad, ella sufría una peor... ella era adicta a él.


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 38Documéntate si es preciso para hacer una descripción al detalle
de un personaje que sufre una determinada adicción.)

viernes, 29 de diciembre de 2017

#VDLN - 76

A vos que me lees,
que tomás parte de tu tiempo para dejarme tus huellas en la playa,
que ya es tan tuya como mía;
porque no sería lo que es, sin ellas... sin vos...
Quiero desearte que termines el año de la mejor manera,
y que comiences el 2018 aún mejor...

...sé que en estos días he estado ausente -más de lo habitual-;
es que estoy fuera y las entradas están todas programadas
...pero apenas inicia el año, te prometo que allí estaré,
porque sos importante para mí, de eso no tengas dudas.

De nuevo, lo mejor para este año que inicia...
y gracias, gracias por estar aquí conmigo, día a día.


Quinientosveintiseismilseiscientos minutos.
Quinientosveintiseismilseiscientos momentos preciosos.
¿Cómo lo mides un año?
¿en días?,
¿en atardeceres?,
¿en noches?,
¿en tacitas de café?,
¿en centímetros?,
¿en kilómetros?,
¿en risas?,
¿en batallas?
¿Cómo lo mides un año vivido?
¿Por qué no con el amor?
Mide tu vida, mide tu vida con el amor.
(Jonathan Larson)


jueves, 28 de diciembre de 2017

Ya era tiempo, mi vientre así lo decía. Y no, no estaba ansiosa. No conocía la razón, pero sabía que todo saldría bien. Aunque no me esperaba tener que cambiar de ciudad para tener a mi niño. Porque sabía, sabía ya que sería un niño, me lo decía mi corazón.

Él vino a buscarme, diciendo que partiríamos apenas se ocultara el sol. Debíamos ser prudentes y por ello, esperiamo al anochecer para montar en el asno e irnos.

Viajamos toda la noche, estaba realmente agotada. Los dolores se habían hecho cada vez más fuertes; no creía poder resistir por mucho más tiempo. Él encontró un establo y allí nos refugiamos. Me acomodé sobre el paizal, al tiempo que las contracciones se hacían más frecuentes. Mis gritos se escuchaban en el espacio infinito que nos rodeaba. No sé cuánto tiempo pasó, fueron minutos u horas; un momento eterno, que se detuvo cuando él sujetó al niño que nacía, colocándolo en mis brazos; y pude sentirlo todo, contra mi pecho.

Fue cuando vi la luz de un nuevo día, de un nuevo mundo.


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 26Escribe una historia en la que retrocedas al pasado
y seas tú el protagonista.)

martes, 26 de diciembre de 2017

¡Qué basta... qué te marches...!

Pero no, aquí está ella otra vez. Y no entiendo cómo no se cansa de toda esta situación. Yo no me soporto ni a mí mismo. Es que de sólo poder escaparme, lo haría sin dudarlo. Se lo he dicho, y probado a explicar, pero ella no me ha entendido. Que es algo momentaneo mío, que ya se me pasará, que la crisis de la edad, que los muchos años juntos... La verdad es que yo no soy el que antes fui, he cambiado; aunque no sé si esto ha sido para bien. Seguramente si ella supiera todo, pensaría que no, que me he convertido en ese hombre que juré jamás ser. Y en ese momento sentí que no me dejaba más opción, aunque hoy sepa que no era así. Fue mi excusa luego la enésima discusión. Ella no deseaba ver la realidad, y a mí me quedaba cómodo en cierto modo todo eso. Ahora me ahoga la culpa. La culpa de que esté aquí, cuidándome, porque sé que no me lo merezco. No por lo que hice, las otras mujeres serían lo de menos, sino por no tener el coraje de que ella se vea tal cual es. De haber sido un cobarde y no dejar lo conveniente por lo que realmente me hacía feliz. Y, sobre todo, porque ahora ella está aquí, creyendo ser la causa de todos mis males, repitiendo lo mucho que me ama, y no sabe que en el momento del accidente, yo no estaba distraído por lo nuestro, sino que estaba huyendo. Huía de ella y su rutina. Huía del peso de las responsabilidades. Huía del sentirme viejo antes de tiempo. Huía hacia mi propia felicidad, aún sabiendo que dejaría la desolación a mi espalda. Huía y ahora estaba más prisionero que nunca, encarcelado dentro mi propio cuerpo.

Aquí ha llegado otra vez su mujer... –dijo al pasar una de las enfermeras.
No sé si admirarla o compadecerla. –comentó otra colega. Mirá que son años ya que viene y no falta un día, por más que su marido esté en coma.
Se ve que es amor... –deseaban convencerse, tal vez.

(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 48Describe los pensamientos y sensaciones
de un personaje que está en coma.)

domingo, 24 de diciembre de 2017

Esos días con Nícolas eran más complicados que de costumbre. Era el último día de escuela antes de Nochebuena y él estaba cada vez más ansioso. Razón por la que había decidido llevarlo a pasear por la ciudad, habían varias cosas para ver y visitar. Y, pese a las bajas temperaturas, estaba segura nos divertiríamos.

Pasé a buscarlo por la escuela y nos fuimos a almorzar; no había nada que un par de hamburguesas y papas fritas no pudiera solucionar.

¿Podemos entrar al Muse? –preguntó Nícolas apenas terminó la última de sus papas fritas.
Sí... –respondí un poco perpleja. Pero, ¿estás seguro que quieres ir al museo?
Sí, sí... no quiero ir a otro lado. –se apresuró a decir mientras se limpiaba las manos, y ya casi se marchaba solo.

Salimos apurados, como si tuviéramos una cita con el médico. Unos pocos metros y entramos al pabellón principal del Muse. Nícolas observaba todo con entusiasmo, como si fuera la primera vez. Nos pasamos toda la tarde, subiendo y bajando por las escaleras y mirando cada detalle, leyendo cada descripción; hasta que se hizo la hora de volver.

Nícolas, debemos irnos o se hará muy tarde... –le dije señalando mi reloj.
Ufff... está bien... pero antes voy al baño... –respondió sin darme tiempo a nada que lo ví desaparecer por el corredor.

Luego de pocos minutos apareció y nos fuimos de allí. Ya era de noche, y las calles estaban todas iluminadas por las fiestas. Nícolas iba extraña y particularmente silencioso. Cinco minutos después de entrar en casa, llegó su madre a recogerlo.

¿Cómo se ha comportado hoy? –me preguntó ella apenas abrí la puerta.
Perfecto... hemos pasado la tarde en el museo... –respondí mientras ayudaba a Nícolas a cerrar su abrigo.
Ahhh... ¿es por eso que no has respondido a mis mensajes? –preguntó mirando a Nícolas.
Mmmmm... no... –decía sin alzar la mirada fija en sus zapatillas. No diría.... es que no tengo más el móvil.
No me digas que has perdido el celular... –comenzó a decir la madre al cuanto alterada, y mirándome a mí.
No... no que no lo he perdido... –respondía Nícolas de lo más tranquilo. Sólo lo he prestado.
¿Y se puede saber a quién se lo has prestado? –y el tono de voz de la madre era cada vez más alto. Que ya estoy perdiendo la paciencia, Nícolas...

Yo no sabía ni qué hacer, ni qué decir. No recordaba haberlo perdido de vista un minuto. Y sin embargo...

Se lo he dejado con una nota al hombre del tercer piso, a ese que está todo solo... –susurró Nícolas.
¿Al Neanderthal? –preguntó su madre sin entender nada aún. ¿Y para qué necesitaría un smartphone un Neanderthal, Nícolas?
Simple... para llamarme esta noche cuando despierte como en la película... –mientras respondía le brillaba la mirada. Mamá... mañana es Nochebuena y Alma me ha enseñado que nadie merece estar solo...

Los ojos se me allenaron de lágrimas. Nícolas era tremendo, pero lleno de una ternura infinita. Entonces, para no quitarle la ilusión prometí a su madre, recuperar yo el móvil a la mañana siguiente, para que ella se lo dejara al niño bajo el árbol con una nota. Ya se me ocurriría algo mágico, como debe ser todo en estos días.

 (Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 46Utilicemos la fantasía e imaginación.
Inventa una historia en la que se mezcle en algún momento un smartphone con un neanderthal.)

viernes, 22 de diciembre de 2017

#VDLN - 75

"Te deseo sueños infinitos,
y las furiosas ganas de realizar alguno.
Te deseo amar aquello que debe ser amado
y olvidar aquello que se deba olvidar.
Te deseo pasiones.
Te deseo silencios.    
Te deseo el canto de los pájaros al despertar
y las risas de los niños.
Te deseo resistir al hundimiento,
a la indiferencia,
a las virtudes negativas de nuestra época.
Te deseo, sobre todo, ser tú mismo."
(Traducción y adaptación de letras de Jacques Brel)

Deseo que puedas disfrutar,
vivir cada singular instante, al máximo
para que cada uno de esos momentos
alimenten tu alma, haciéndola plena,
y fortaleciendo tu espíritu.
Deseo que cada uno de tus sueños y proyectos,
los veas hechos realidad.
Y te lo deseo a vos que estás leyendo,
ya sea que nos conozcamos desde hace tiempo
o que nuestros caminos se hayan apenas cruzado...
...porque a todos y cada uno
agradezco el ser y el estar,
día a día, en este mar de letras.


Feliz Navidad
y un beso por cada toque de campana!



martes, 19 de diciembre de 2017

Allí estaba ella, de nuevo sola. Sus hijos ya eran mayores y su marido casi ni estaba en casa. Aunque igualmente lo estaba aún cuando las personas a su alrededor no faltaban. Eso era lo que sentía, aunque pudiese aparentar algo diferente. Se levantaba cada mañana y mientras cumplía con aquellas tareas que muchos retenían obligaciones y ella sabía eran sus propias elecciones, reflexionaba en lo demoledora que se había convertido su vida. Una rutina de la que no lograba escapar ni evadir, de la cual se sentía cada vez más prisionera.

Una tarde, no sabría definir si por inercia o completo aburrimiento, se conectó a internet con su portátil y comenzó a navegar sin un rumbo determinado. Luego de unas horas visitando muchos sitios y no viendo ninguno, estaba por salirse, cuando apareció en su pantalla la página inicial de una red social. No sabía qué, pero hubo algo que la atrapó.

Comenzó a conectarse diariamente; leyendo y compartiendo las cosas que le resultaban interesantes. Fue así que decidió transcribir las poesías que hasta ese momento sólo tenía para sí misma, en ese viejo cuaderno que la acompañaba desde los veinte años. Para su sorpresa empezaron a leerla más y más personas, que le hacían cumplidos por sus letras. Y entre todos los comentarios, apareció él.

Primero fue sólo a través de comentarios, alguna opinión sobre los libros leídos o la música que se escuchaba. Luego comenzaron las conversaciones privadas. Y sin darse cuenta en cuál preciso momento, pasó a ser una parte importantísima de su día a día. Si iba al cine, no veía la hora de volver para conectarse y comentar la película junto a él; leía absolutamente todos los libros que le recomendaba, y luego intercambiaban opiniones; se contaban cada mínima actividad que realizaban, desde el desayuno hasta las buenas noches. Él lograba percibir sus estados de ánimo en unas simples líneas, y ella era la única capaz de contenerlo y serenarlo en esos días en que sentía que la única salida era arrasar con todo.

Fueron amigos por muchísimos años. Ella se convirtió en abuela, y él fue papá por primera vez. Nunca fueron más allá de una conexión internet, pero estuvieron más cerca que muchos otros que conviven toda la vida. Se conocían, se tenían, se sabían, se eran.


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 37Escribe un relato en el que los personajes se conozcan a través de las redes sociales
y se desarrolle en este medio toda la trama.)

viernes, 15 de diciembre de 2017

#VDLN - 74

"Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz y sombras...
Si me quieres, quiéreme negra,
y blanca; y gris, y verde;
y rubia, y morena...
Quiéreme día, quiéreme noche...
Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
Quiéreme toda... o no me quieras!"
(Dulce María Loynaz)




miércoles, 13 de diciembre de 2017

Su madre había decidido volver a casarse. Había encontrado un viudo, con una modesta pero buena posición económica; el cual tenía también una hija. Por un momento creyó que finalmente formarían una familia, que su madre estaría más serena y dejaría ya de atormentarla por no ser ese modelo de perfección que siempre había anhelado, y al cual ni ella ni su hermana habían jamás podido alcanzar.. ¡Cuánto poco le duró la ilusión!

Antes de cumplirse los seis meses del nuevo matrimonio y que ella, junto a su madre y hermana, se instalaran en la mansión de su padrastro, éste falleció de un repentino paro cardíaco. Y todo volvió a ser como antes, o aún peor, si esto podía ser posible. Aunque esta vez no era ella el objeto de las crueldades de su madre, su hermanastra pasó a ocupar su lugar. Más angustía y desesperación sentía su madre, más maltrataba a esa joven que no tenía más culpa que haber sido amada incondicionalmente por su padre hasta el último instante.

El tiempo pasó y su madre se convirtió en un ser aún más despiadado. Se instaló definitivamente como gran señora de esa casa, relegando a la hija de su difunto marido, al rol de servidumbre. Y si bien ella no se sentía a gusto en humillar a su hermanastra, por primera vez en su vida creía que compartía algo con su madre. Que había algo por lo cual ésta la necesitaba, y eso, de una forma enferma y malvada, la hacía sentir amada.

O al menos eso pensaba hasta el día del evento más importante de la región, el baile para las jóvenes solteras. La forma en la cual su madre engañó, y luego, castigó a su hermanastra, la dejó sin palabras. Y aún si ésta última logró participar a la fiesta, perdiendo su sandalia al final y delatando su presencia allí; ella decidió marcharse. Había abierto los ojos y visto quién era quien. Su madre una mujer totalmente insatisfecha que hacía pagar a los demás las propias frustraciones. Su única y verdadera hermana, una silenciosa colaboradora, que tal vez imaginase un futuro reconocimiento y aprecio, que ella hoy estaba segura no llegaría. Y su joven hermanastra, la única y verdadera víctima de la historia. Pero, pese a todo, ella no podía ayudarla en ningún modo, al menos no sabía cómo. Y esa misma noche, juntó algunas de sus pertenencias y se alejó de allí para siempre, cambiando no sólo ciudad, sino hasta el nombre.

Luego de algunos meses supo que su hermanastra se casó con un joven muy bello, de una familia muy poderosa. La cual, al saber todo lo padecido a manos de su madrastra, -su madre-, exilió a esa mujer, obligándola a cumplir las peores labores para ganar con lo que vivir, ya que todas la propiedades pasaron a su legítima heredera. Ella sonrió con la noticia, deseando a la distancia lo mejor para aquella que un tiempo había sido su hermanastra.


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 18Cambio de roles.
Elige una novela e intercambia los papeles de los personajes principales
con los secundarios para crear una nueva ficción.)

lunes, 11 de diciembre de 2017

En el día más frío de todos los tiempos, nacía un ser extraordinario. Venía al mundo para cambiarlo, para cambiar el orden de las cosas. Pero no sería sencillo.

Su madre, poseedora de una extrema belleza y una bondad desmedida, características que habían enamorado al Viejo Jefe; hoy había sido abandonada por él. En todos estos años no había sido capaz de darle un heredero, ninguno que siguiera su dinastía, y tomara su lugar cuando llegara el momento. Por eso ella se fue sin mirar atrás ni una sola vez. Se internó en los bosques apenas comenzaba el verano. Y para cuando fue tiempo de que cayera la primera hoja del otoño, supo que en su vientre estaba creciendo el mejor de los sueños. Pero la misma profecía lo había anunciado muchísimos años antes:

“Cuando la blanca pradera se cubra del carmesí más intenso,
producto del amor más puro y profundo;
una criatura vendrá a cambiar el rumbo de la manada.”

Y así fue. En medio a un níveo paisaje y en la más absoluta soledad, su madre la daba a luz. Parecía una criatura tan indefensa, sin embargo ya se veía en sus ojos el fuego que corría por sus venas.

Los años pasaron rápidamente, demasiado para esa madre. La misma que vió a ese pequeño ser convertirse día a día en un alguien maravilloso. Después de muchos años, fue ella, una hembra, a cambiar el destino... el proprio y el de los suyos.


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 35Utiliza tres 'clichés de la ficción' para hacer un escrito con ellos.)

sábado, 9 de diciembre de 2017

Había llegado el día. Se levantó esa mañana y se dispuso a limpiar y ordenar todo el salón. Cuando todo estuvo listo, con paso tranquilo y tarareando una canción, fue hasta la habitación que usaba como desván. Tomó una a una las cajas donde guardaba sus ‘tesoros’, y se dejó embargar por los recuerdos. Disfrutaba recordando esas historias sin tiempo, esas que había escuchado tantas y tantas veces.

Abrió las cajas y comenzó con el ritual. Mientras separaba cada uno de esos objetos, los que había coleccionado durante esos años, le gustaba hacer como una crónica de sus días pasados. Y así pensaba en él, en uno de sus héroes favoritos, rememorando el tiempo en el cual bastaba poco para ser feliz.

Él le había enseñado el verdadero valor de esas fechas. La magia que envolvía cada instante. El cuidado de cada cosa. Es por eso que ella, todos los años en ese día, preparaba cada pequeño detalle. Porque ya no era sólo por ella.

Entonces, cerró los ojos y sonrió, porque ahora era el momento de pasar el legado.


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 28Escoge tus tres libros favoritos y
utiliza la primera palabra de cada título para hacer un relato en el que las integres.)

[Los libros son: "Historias de Cronopios y Famas", Julio Cortázar
"Crónica de una muerte anunciada", Gabriel García Márquez
"Sobre héroes y tumbas", Ernesto Sábato]

viernes, 8 de diciembre de 2017

#VDLN - 73

"El problema de las personas orgullosas es
que no dicen aquello que sienten por miedo a sufrir.
Se guardan todo dentro y sufren lo mismo, obviamente.
Las personas orgullosas deben ser tomadas por sorpresa y abrazadas."
(R. Daniels)


miércoles, 6 de diciembre de 2017

Aún recordaba cuando lo conoció, cuando llegó para quedarse bajo la protección de sus alas. A pesar de ser tan pequeño, él ya cargaba un peso increíble sobre los hombros. Esa frase que todos continuaban a repetir cuando lo veían...

“Hazte fama y échate a dormir.”

Lo que esa gente no entendía es que no había sido él a hacerse la fama; ésta lo precedía. Una herencia que hubiese sido mejor nunca obtener. Pero a ella no le importaba; su abuelo siempre le había repetido que “el ladrón juzga por su condición”. Por eso no se dejaba influenciar de lo que otros decían. Ella creía firmemente que si no podía confiar en él, ¿cómo podía pedirle que confiara en ella?

Así fue que comenzaron. Ella cumplía con cada palabra que le decía, en bien y en mal; y él inició a creer. De a poco aprendió que lo que pasara mañana en gran parte dependía de lo que él eligiera hacer, y no de las elecciones de otros tomadas en pasado.

Hoy se cruzan en la calle, y cuando sus miradas se encuentran, él vuelve a ser un niño y ella, con orgullo, ve el maravilloso hombre en el que siempre supo se convertiría.


(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 40Utiliza un refrán integrado en un texto creativo.)

martes, 5 de diciembre de 2017

El Club de los 5: Diciembre


La serie, ambientada en el 1715 durante la edad de oro de la piratería, cuenta la historia de la Walrus y de su equipaje durante la busqueda del galeón español Urca de Lima, que transporta un rico botín en oro de la flota de las Indias Ocidentales. La Walrus, capitanada por James Flint junto al contramaestre Billy Bones y al cocinero de abordo John Silver, vendrá ayudada de la Ranger, dotada de una temible tripulación compuesta por el capitán Charles Vane, el astuto oficial Jack Rackham y la implacable Anne Bonny. Partiendo juntos de la isla de New Providence, que los piratas han convertido en su capital, ambos capitanes se deberán confiar del cocinero John Silver, único a conocer la entera ruta seguida de la nave española.
Siempre me han gustado más los piratas que los príncipes, y esta serie me ha encantado... y no veo la hora que llegue la 5° temporada!
  • Libro: "Castigado a vivir"
Soy de las convencidas que no sólo leyendo los grandes de la literatura uno se encuentra con letras de alto nivel. Todos, absolutamente todos, alguna vez han iniciado el camino. A mí en lo particular, si hay algo que me gusta de este "mundo virtual", es la posibilidad de conocer tantos y tan buenos escritos. Me paseo en estos lares de letras y descubro... cosas que me gustan poco... otras que me encantan apenas las veo... y otras las cuales son una maravilla sin más. Así me pasó cuando descubrí el blog de Nino "Ven y enloquece" ...y por eso cuando supe de la publicación de su primer novela, no dudé un segundo... y no defraudó mis aspectativas, al contrario, no paré hasta leer los tres partes!! Hoy te recomiendo "Castigado a vivir" de Nino Ortea ...y verás como te atrapa a vos también...
"(...) Mamá no llevaba habitualmente joyas, y no hizo excepción aquél día. Una mañana, mientras veía moverse sus dedos gracilmente sobre el teclado del piano, le había preguntado por qué no usaba algún anillo o pulsera en las manos. Las chicas que veía por las calles, las madres que me encontraba en las tiendas e incluso las ancianas, vestían algún tipo de joya. Ella no. Ni en las pocas fotos en que aparecía con papá, ni en los días pasados desde su regreso, le había puesta alguna joya.
-¿Es porque tus manos son de artista y perderías velocidad?
Mamá paró de tocar y me acarició el perfil izquierdo de la cara. Alcé la mirada de reojo y vi que me observaba sonriente.
-Verás, Fer. Donde ellas ven joyas, yo veo cadenas. No me gusta sentir su roce, ni la incomodidad que conllevan en actividades cotidianas. Además, creo que son un ejemplo de ostentación. Me gustan como obras de arte, no como complemento. Y lo mismo que no me pongo en la cabeza un cuadro, ni cargo en la espalda con una escultura, no llevo en las manos una joya. (...)"
  • Descubrimiento: Mahjong
Siempre me han gustado los juegos donde se requiere pensar, no en los que sólo sea azar. Por eso, cuando conocí el Mahjong me quedé super enganchada... una vez que empiezo, puedo pasarme horas jugando!!
Por eso los juegos los tengo instalados en la compu y no en el celular... sino estaría perdida!
  • Trailer: Star Wars - Episodio VIII


Llega diciembre y aparte la Navidad... ¿podría esperar otra película que no fuera ésta?
  • Citas:
"Algunos eligen de vivir como pueden.
Algunos otros como se debe.
Y luego, hay quien elige de vivir como cree.
Pero para esto se necesita coraje."
(Serena Santorelli)


Hasta la próxima!!


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