Ayer caminé junto a ti;
te tomé de la mano y confié.
Me reí, pero sobre todo me rompí. Caí. Sentí no tener un momento
de descanso, ningún placebo a la
rutina, a la realidad. Pero no dejaré me conviertas en una más de esas turistas que recorren tus días.
Hoy es mejor decirnos adiós, apagar la luz y cerrar la puerta a
nuestras espaldas.
‘Noche de paz... noche de amor...’ ...y mañana
será tiempo de renacer.
En lo personal ha sido un año muy, muy difícil. Comenzó mal, de la peor manera, y continuó bastante complicado. Muchos de los propósitos que me había planteado en esas primeras horas del 2019, se fueron difumando hasta desaparecer; otros han debido ser cambiados sin más. Pero bueno, así es la vida, no pide permisos.
Aunque también hubo otra constante: estos rinconcitos que son los blogs. Los míos, donde he volado con la imaginación y escrito (poco), o compartido música, o me he abierto para tratar de curar las heridas. Y también, obviamente, los de ustedes. Aunque muchas de esas veces haya pasado de puntillas, leyéndolos en silencio, porque no sabía qué decir o cómo hacerlo... pero en ambos casos, aquí o allí, he podido sonreír con esas palabras, con esos comentarios, con esas entradas.
Sentir el cariño entre letras; el abrazo silencioso, aunque fuera a la distancia; la preocupación a veces, que luego se transformaba en un mail personal... todos y cada uno, me han regalado algo para mí muy valioso: tiempo. Por eso, quiero dejarte mi regalo para ti, ábrelo en Navidad y úsalo cuando desees...
...en la cajita encontrarás un puñado de sonrisas para compartir si quieres; unos cuantos abrazos esperándote cuando lo necesites; un par de orejas dispuestas a escucharte; unos cuantos coloridos globos para poder volar juntos cuando la realidad amenace con aplastarnos; unas palabras amables cuando el mundo no lo sea; y mi agradecimiento más sincero... no te vayas de aquí sin él.
También aprovecho la ocasión para agradecer muy especialmente a: