jueves, 23 de enero de 2020


Hacia poco había vuelto de viaje y me costaba retomar la rutina de horarios y actividades cotidianas. Tan así era que, al despertar, me dí cuenta que por la noche no había dejado el móvil en carga, por lo que ahora estaba tecnológicamente incomunicada. Encima esa mañana había quedado con una amiga para encontrarnos en la cafetería de siempre y ya llegaba tarde. En fin, no lo pensé dos veces, dejé todo como estaba y bajé las escaleras tan rápido que no romperme una pierna fue un milagro. Apenas salí y escuché la puerta cerrarse a mi espalda, supe con absoluta certeza que me había olvidado las llaves dentro. Levanté los ojos al cielo, de cara al sol y metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta. La misma que me había llevado por las dudas a ese paraíso de mar y arenas blancas de esos días de vacaciones; y lo único que encontré fue la tarjeta de embarque del viaje de ida. Podía interpretarlo como una señal, algo que me decía: "volvé!"... ¿o no?



(Este relato pertenece a los "Relatos Jueveros"
y esta semana la convocatoria fue hecha por Mar desde su blog: "La bitácora de Mar".
Te invito a leer el resto de los participantes aquí!)

martes, 21 de enero de 2020

¿Cómo era antes de conocerlo?
No lo recordaba. No le importaba.
Porque ella era mejor desde que él estaba en sus días. Lo sabía, lo sentía.
Y, aún si lo de ellos no era amor, aunque no fueran nada, ella sólo deseaba serle.
Porque lo único que ella no podría perdonarse jamás, sería el pecado de no vivirlo.


(Este microrelato pertenece a “Reto: 5 líneas” propuesto por Adella Brac.
Las palabras del mes de Enero son: antes - pecado - aunque.)

martes, 7 de enero de 2020

Ella ya no era una niña, la última pérdida había cancelado esa poca fé en cualquier buena estrella.
Así y todo, sonreía al acariciarse el vientre que crecía día tras día. Una más de sus contradicciones; sin creer en nada, lo apostaba todo.
No recuerda aquello que el viejo señor del norte dejó esa Navidad. Pero seguramente, nunca olvidará que ese siete de enero una pequeña de piel nívea y rizos negros trajo en sus manos el regalo más grande...






...y, con sólo una mirada, volvió a creer en la magia, en lo infinito y eterno.




(Este microrelato pertenece a la iniciativa "Escribir jugando"
y ésta es organizada por Lídia desde su blog: "El Blog de Lídia".
Ésta es la propuesta para el mes de Enero.)

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