Los
colegios ya cierran por vacaciones. Y tú, que estás hecha una chavala, no quieres
pensar en los años que hace que saliste... Así que este mes vamos a viajar en
el tiempo y espacio.
Relee
tu libro favorito de niño/adolescente y redescubre la historia que tiene
detrás.
Elección:
“El príncipe feliz”, de Oscar Wilde
“La
estatua del Príncipe feliz estaba cubierta por hojas de oro, sus ojos eran dos
zafiros, y tenía un rubí en el puño de su espada.
Una
noche llegó a la ciudad una golondrina, y al posarse en la estatua vió que ésta
lloraba porque desde lo alto podía ver toda la miseria de la ciudad. Entonces
decidió quedarse un poco más para ser su mensajera, a pesar de que sus amigas
ya habían partido para Egipto y de que cada vez hacía más frío.”
Días
atrás, cuando leía la nueva consigna de los retos de lectura, enseguida una
imagen vino a mi cabeza. La de un libro con la tapa dura, blanca y naranja, y
una ilustraciones hermosas. Creo que tenía 10 años o poco más, cuando a mis
manos llegó “El Príncipe Feliz”. Sé que me lo regaló alguien especial, porque
recuerdo una hermosa dedicatoria escrita a mano, -aunque, si por más esfuerzo
que haga, no logro identificar quién-. El libro debe aún estar en casa de mis
padres, o eso espero, por lo cual he vuelto a buscarlo para leerlo.
Lo
que sí recuerdo es cuánto me gustaba el concepto de amistad que se transmitía
en cada palabra. El sacrificio hecho por la pequeña golondrina, por quien
conoció y se convirtió en su amigo, el Príncipe. Y la compasión y solidaridad
de la que es capaz éste; el cual dona todo lo que tiene, y está dispuesto a la
propia ruina y destrucción con tal de mejorar la vida de los habitantes de su
ciudad. Pero en esta nueva lectura que hice, me he quedado pensando en el papel
del Príncipe; un ser que como él mismo describe, ha vivido una existencia
tranquila, llena de comodidades, dándose los gustos, y no viendo lo que ocurría
a su alrededor. Y cómo éste deja pasar oportunidades, posibilidades de “estar”
con y para el otro, y sólo darse cuenta de todo esto cuando ya no puede
cambiarlo, cuando ya lo ha perdido definitivamente... y me pregunto: ¿cuántos
Príncipes o Princesas –aparentemente- felices hay en este mundo?
“(...)
–Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre –repitió la estatua-, no
sabía lo que eran las lagrimas porque vivía en el Palacio de la
Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día
jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón.
Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima pero nunca me preocupó qué
había detrás de ella, pues todo lo que me rodeaba era hermosísimo. Mis
cortesanos me llamaban ‘el Príncipe feliz’ y, realmente, era yo feliz, si es
que el placer es la felicidad. Así viví y así morí, y ahora que estoy muerto me
han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y miserias de mi ciudad, y
aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar. (...)”
Cuando
era chica leía una y mil veces una misma historia, ya de adulta –quién sabe
porqué- no leo dos veces el mismo libro... este reto me ha demostrado que,
tal vez, debería hacerlo más seguido. Por lo cual, si lo has ya leído, vuelve a
hacerlo; y si no lo has hecho aún, lee “El Príncipe Feliz”.
A la próxima!
(Nota:
la sinopsis fue sacada del sitio: quelibroleo)
Que idea mas chula, releer aquel libro que nos gustó y desde nuestra edad comentarlo. creo que has disfrutado haciendo esta reseña. Un abrazuco
ResponderBorrarNo te equivocas, Ester... he disfrutado haciendo esta reseña, porque he disfrutado muchísimo releyendo este cuento de Oscar Wilde.
BorrarBesotes!!
Aquí sí puedo decir que he leído El Príncipe Feliz de Wilde, por cierto gran escritor. Y es un cuento ameno de leer.
ResponderBorrarBesos dulces Alma.
Finalmente!! ...antes o después teníamos que encontrar un libro que hayamos leído los dos ...jajajajajajaja!
BorrarBesos grandes como el mar, Dulce.
No lo he leído, lo tendré en cuenta; rezuma valores muy bellos…
ResponderBorrarEn breve voy a leer otro que nos compartiste, “La mujer que escribió Frankenstein” 😉
Bsoss y abrazos gigantes, y muy feliz tarde, preciosa Alma! 😘💞
Pues éste es muy cortito, un par de horas al máximo, Gin... y apenas leas el otro, ¿me cuentas qué te pareció?
BorrarBesotes enormes ♥!!!
👍😉💋
Borrarohh me hiciste acordar a mi también a mi infancia! A pesar de los años que nos separan a las dos! Recuerdo esa lectura! Es un libro de relatos de Oscar Wilde que me regaló mi abuela! Uno de los primeros libros que tuve..
ResponderBorrarGracias Alma!
Ainsssssssssssssss... otra coincidencia, Ale... y van... muchas!
BorrarGracias a vos... y a la vida por haberte puesto en mi camino... smu@ckssssssssssss!
Oscar Wilde es de esos escritores que deben leerse con calma, mirando debajo de cada palabra porque siempre esconde pequeñas cosas... Una lectura muy recomendable para estos meses que parecen tan perezosos.
ResponderBorrarNo puedo más que estar totalmente de acuerdo contigo, Beauséant...
BorrarGracias por tus huellas... un beso.
Recuerdo lo que lloré cuando lo leí... ese sacrificio ... la amistad cobra otro significado, lo he leído en varias ocasiones, nobleza obliga y ... siempre se me escapa un suspiro triste y húmedo.
ResponderBorrarMil besitos mi querida Alma y feliz tarde ♥
Yo debo decir, que esta vez no he suspirado pero sí esa emoción reflexiva...
BorrarBesotes infinitos, Auro preciosa!
Me pregunto si no puede verse a ese cuento como una metáfora anticipada, que pasaría con el propio autor. Quien conoció el éxito, sin dudas merecido, para luego ser víctima de los prejuicios de su época. Algo que en la actualidad, no pasaría.
ResponderBorrarBesos, paisana.
Muy interesante tu lectura, tu reflexión... me ha gustado mucho!
BorrarBesotes, Demi.