"Toma tu hija, (…) y enséñale el esplendor de la desobediencia.
Es arriesgado pero es más arriesgado no hacerlo jamás."
(Sófocle, Antígone)
Nunca fui una niña o una adolescente que soñaba con ser madre. Pero en el exacto momento que supe lo sería, también supe que no había ninguna otra cosa que yo deseara más al mundo. Y obviamente, como era natural que pasara, llegó ella... -algunos podrían llamarlo karma conociéndome-.
Esos ojitos oscuros como una noche sin luna, tan parecidos a los míos, no dejaban de observarme. No sabría cómo ni porqué, pero estaba segura que jamás le enseñaría a obedecer ciegamente o porque sí. Sí a ser humilde, pero también a pelear por lo que quería o en lo que creía. Aunque si eso podría significar enfrentarse a mí, su propia madre. Y fue entonces, cuando esa nena con la cabeza llena de rulitos y que le encantaba estar descalza; que apenas tenía algo más de tres años y pronunciaba poquísimas palabras pero sabía hacerse entender muy bien, me demostró que sabría hacerse valer. Hasta cuando se comportaba mal y debía dejarla sin salir a jugar o algo así, pedía saber claramente el porqué... no bastaba con el "porque sí" o "porque soy mamá". Y eso, eso me llenó de orgullo... y no dejé de sentirlo jamás en todos estos años.
Hoy, exactamente a esta hora, a las 05:10am de Buenos Aires, de veinticinco años atrás, nacía mi orgullo más grande, mi amor más profundo e infinito... ella, mi hija. Mi mejor obra, mi mejor parte.
Feliz cumpleaños amor...
...que la vida te sonría;
que recuerdes, que al final de cualquier oscura noche,
siempre sale el sol;
te amo...felices 25 años!!!