Esa mañana se había
levantado más temprano que de costumbre. Deseaba tener el tiempo suficiente
para prepararse como se debe, si bien hacía días había decidido su vestuario y
todo lo necesario para la ocasión, que había guardado dentro el nuevo bolso. Y
es que volver a estudiar después de tantos años, no era algo tan simple como
parecía.
En un pestañeo se
había duchado, vestido y maquillado, ese poco delineador de ojos que ella
usaba, y ya se encontraba en la calle rumbo a la universidad.
Tenía tiempo, por lo
que decidió parar a comprarse un café, de esos vasos XL que podías llevarte a
cualquier lado y pareciera que estás en una película americana.
Llegó a la universidad
y comenzó a buscar el edificio donde debía ir. Aquello era una maldita ciudad y
ya no recordaba nada; también ¿cuánto tiempo había pasado desde que estuvo allí
por última vez? ¿veinte... veinticinco años? En otra vida, definitivamente.
Después de media hora
de dar vueltas por todos lados y cruzar tanta gente joven a la que no deseaba
preguntar, se sentó en las escalinatas. Apoyó todo a su lado y se tomó el
rostro con las manos. A pesar de todo, llegaría tarde... ¡genial!
¿Qué sucede señorita? ¿Puedo ayudarla? –una profunda voz la sacó de sus pensamientos autodemoledores.
Es que... –comenzó a
decir levantando la cabeza y cubriéndose los ojos del sol. Me he perdido...
debo ir a este edificio, a esta facultad, pero estoy dando vueltas desde hace
rato y no logro encontrarla.
Mientras, le extendía
la hoja donde se había copiado las instrucciones. Aún si no podía verle el
rostro con nitidez, sólo sus largas piernas y sus zapatos, imaginaba que no se
trataba de otro estudiante; lo que hizo se alzara como un rayo y de la
vergüenza evitara mirarlo a los ojos.
Pues no hay mayor
dificultad... –dijo él finalmente y con toda la calma le indicó perfectamente
cómo llegar.
Ella agradeció y
mencionó que quedaba en deuda, pero recogió sus cosas a toda velocidad y se
marchó sin más. Tal vez aún podría llegar a tiempo.
Lo hizo. La primera
mañana en la facultad de psicología había pasado. Y, en todo ese tiempo, se
obligó a no pensar al desconocido que la había ayudado a encontrar el camino.
Pero ahora estaba de vuelta en su departamento y eso ya no era tan fácil. Esa
voz... ¿se cruzaría con él alguna otra vez? ¿lo reconocería? Estaba segura que
sí, pero no podía pensar en ello, no ahora, no después de todo.
Había pasado más de un
mes y ya no había pensado en nada más que sus estudios. Una compañera le había
dicho que ese sábado se llevaría a cabo una especie de conferencia, una clase
magistral abierta a todos, en la facultad de humanidades; y que el principal
orador sería un antiguo profesor de allí, una eminencia según ella. Deseaba
asistir, nutría una profunda curiosidad e interés por el tema.
Llegó con tiempo de
sobra, desde aquella primera mañana no había vuelto a perderse. Se ubicó en uno
de los bancos de la primera fila, no deseaba distracciones de ningún tipo.
Cuando entró el
profesor invitado, su instinto lo supo. No reconocía su rostro, ni sus
facciones obviamente, pero algo dentro de ella lo había reconocido. Y, cuando
comenzó a hablar y se presentò, no tuvo ninguna duda. Él era su desconocido, el
de aquella primera mañana.
Sin saber muy bien el
porqué, se notaba inquieta. El profesor no la había reconocido, al menos no
había dado ninguna señal de ello. Sus miradas no se habían ni siquiera cruzado
por casualidad, a pesar que ella había participado activamente a toda la
charla. Sin embargo, allí estaba, haciendo tiempo y quedando por última. Con
estúpidas excusas había dejado que los compañeros que estaban con ella, se
marcharan. No había querido tampoco que David la esperase para almorzar, es que
su simpatía y lo guapo, no le hacía olvidar que era un niño.
Veo con placer que no
ha vuelto a perderse. –otra vez aquella voz la sacaba de sus pensamientos.
Disculpe... –probó a
poner rostro de sorpresa y cierta ingenuidad en la voz. ¿Cómo dijo?
El primer día de
clases, la encontré en las escalinatas que se había perdido. –mientras hablaba
su mirada no dejaba de recorrer y analizar cada centímetro del rostro de ella.
Creí me había reconocido.
Ahhh... ¿fue usted? –su
voz resultaba demasiado fingida hasta para ella misma. No lo reconocí, llevaba
tal apuro ese día.
Me imagino. –él tampoco
había creído a la respuesta de ella, pero sonrió. Me han gustado sus
intervenciones en la charla de hoy, muy apropiadas.
Es un tema que me
apasiona desde hace tiempo... –le sonrió ella también; creía estar
coqueteándolo aún sin proponérselo pero él la atraía y eso era innegable.
Si lo desea, en la
semana puedo alcanzarle un libro que a mí ha sido más que útil. –dijo no sin
cierta curiosidad y desafío en la mirada.
Me encantaría... –fue rotunda,
no dejando espacio a dudas.
Unos días después se
encontraron al finalizar de la última lección de ella.
Lo prometido es deuda.
–dijo entregándole el libro.
¿Y será muy
inapropiado si lo invito a tomar un café? –le preguntó ella fijándose bien que
no hubiese nadie a su alrededor.
Aceptó y se dirigieron
a un bar un poco alejado que a ella le gustaba particularmente. Se acomodaron
en una mesa un poco alejada de la entrada. Ella no sabía cuánto habían estado
conversando; con él le resultaba fácil y natural contarse. Pero cuando salíeron
hacía horas que se había hecho de noche.
¿Me dejas que te
alcance hasta tu casa? –preguntó él; después de los primeros minutos de
conversación habían coincidido en hablarse de tú.
Me encantaría... –otra
vez ella le respondió de forma certera, sonriéndole hasta con los ojos.
Ya en la puerta del
edificio de departamentos donde ella vivía, debían despedirse y bajar del
coche. Y eso era lo último que ella deseaba. Fue instintivo. Se acercó para
saludarlo con un beso pero su mano se apoyó en su rostro acariciándole la
barba. Se detuvo frente a su boca, mordiéndose.
Tal vez sea un
error... –dijo él pero no se apartaba de ella.
No veo el porqué... –respondió ella.
Ambos somos adultos y tú no eres mi profesor ni yo tu alumna.
Pero a mis años... –rebatió. Podría ser tu padre.
Se acercó a su oído,
se sentía osada esa noche y le susurró: Pero no lo eres.
Y sus bocas se
fundieron en un beso.
(Este relato pertenece a los retos de "Gym para escritores".
Éste particularmente corresponde a la semana dos: "Frase".
Esta semana, deben inspirarse con la siguiente frase, si quieren citarla, pueden hacerlo, aunque la gracia reside en inspirarse en ella:
"Y debo decir, que confío plenamente en la capacidad de haberte conocido", de Julio Cortázar)
Me encanta tu relato, engancha desde el primer momento. Te felicito.
ResponderBorrarUn beso.
Gracias Musa, para quien escribe no hay mejor cumplido que la historia “enganche”.
BorrarBesos!
Que romántico, casi de película, todo fluye cuando dos personas quieren lo mismo, sino el asunto se complica y las situaciones son forzadas. Buen relato Alma.
ResponderBorrarBesos dulces y dulce fin de semana.
Esta vez se me ha dado por lo romántico, Dulce...
BorrarBesos grandes como el mar y disfruta de este domingo!
Un romántico relato, el amor no entiende de edades u otras diferencias.
ResponderBorrarMe gusto mucho, un abrazo Alma
Así es, Jorge, el amor sólo entiende de sentir, de latidos.
BorrarGracias, gracias por tus palabras, un beso.
Erotismo muy románico, y sí, ambos son libres, adultos y nada les impide tener una aventura, o quién sabe :-)
ResponderBorrarUn abrazo
O quién sabe, Albada... me gustó eso.
BorrarUn beso.
Tal vez sea un error..... o tal vez el inicio de algo hermoso!!
ResponderBorrarRomántico y sensual relato que se lee con ganas de más!
Un beso!!
Tal vez, quién sabe Carmela... como decía una vieja canción italiana: “lo descubrirán sólo viviendo”...
BorrarBesos!!!
qué bonito relato! alguna vez me he planteado volver a estudiar. y la carrera de psicología es una de las que he tenido en mente, porque siempre me ha interesado. o bien ciencias matemáticas, que es la que verdaderamente me habría gustado estudiar, no ingeniería industrial.
ResponderBorrary veo que incluso estudiando a una edad madura, puede surgir el amor en la facultad. me gusta que sea ella la que invite a un café. cuando era joven, todavía estaban vigentes las ideas machistas de mierda de que el hombre debía tomar la iniciativa...
besos!
Yo también Chema, pensé muchas veces en continuar a estudiar, y obviamente hubiese elegido “Psicología”; de hecho, cuando me recibí en el profesorado ya tenía a mi hija y lo hice sin mayores problemas... a mí lo que me complicó fue el cambio de país y el tema papeles... la burocracia es un rollo en todos lados!!!
BorrarBesotes!!!
Pero no lo eres... Cuatro palabras que se convierten en una llave maestra que puede abrir todas las historias posibles.
ResponderBorrarLa fotografía de Sean Connery invita a querer ser protagonista de la historia, jaja.
Besos
Tal cual Alís... Sean Connery 😍... si yo te contara... jejejejeje!
BorrarBesitos!!!
Vaya historia tan bonita, me has hecho recordar a una amiga que se enamoró de su profesor y cuando la edad lo permitió se casaron ya llevan más de 30 años juntos y felices ...en este caso no era su alumna. El amor no entiende de edades ni de nada solo se siente así de simple, Gracias Alma .
ResponderBorrarUn abarzo cielo.
El amor no entiende de edades... siempre que hablemos de personas adultas obviamente, sino ya tendríamos que ver situación por situación.
BorrarGracias Campi por tus palabras llenas de cariño, son siempre una caricia al alma... besotes!
Que placer es llegar a cierta edad y que una chica joven se te aproxime con deseo en sus ojos. Me ha gustado mucho,,,,,
ResponderBorrarUn saludo
Que placer es llegar a cualquier edad y que alguien encienda la llama del deseo aún en tus ojos...
BorrarUn beso, Victor.
El amor no tiene edad ni porque, nos enamoramos de almas, no de cuerpos, y cuando conectas con alguien a ese nivel todo da igual. Bello y tierno.
ResponderBorrarUn beso
No podría estar más de acuerdo... suscribo a todas y cada una de tus palabras, Sandra.
BorrarUn beso.
Qué te puedo decir que ya no sepas, Alma. Un relato Precioso y sobre todo... El romanticismo que invita.
ResponderBorrarMil besitos con cariño y feliz día ❤️
Y sí, Auro, cada tanto dejo se (me) escape el alma romántica...
BorrarBesotes infinitos y disfruta tu semana!!!
Oh me gustó mucho! No había visto la imagen, así que fue una doble sorpresa! A vivir lo que sea que les toque vivir, sobre todo a él que a priori le quedarían menos oportunidades.
ResponderBorrarMe encantó de verdad.
Un beso grande! Romanticonaaaaa
Jajajajajajajajajaja... Ale y el pragmatismo... ya (me) pasó a mejor vida el protagonista!!! ...jajajajajajajaja! Sos incorregible!
BorrarSmu@cksssssssssssssssssssssss!
ooobvio, es pragmatismo puro, ajajajjjjjjjj y más Sean que ya es octogenario ( o se murió? no recuerdo...ajajaja hasta a mi me empieza a fallar la memoria)
Borrarte adoro beibi!
Cumplirá 90 años este 25/agosto... del mismo año que era mi suegro, Ale, ¿recuerdas? ...jejejejejejejejeje!
BorrarY yo a vos... smu@cksssssssssssssssssssssssss!
Me ha encantado, Almi. Me ha traído buenos recuerdos y regresado a la memoria a alguien. Solo ver esos zapatos y este estilo de pantalón. No he podido evitarlo :-)
ResponderBorrarY el amor, el deseo o un rato, no tiene edad. Si no se disfruta, eso sí es perder tiempo.
Un beso enorme.
Si ha sido un buen recuerdo, si te ha provocado una sonrisa y una luz en la mirada, Mağ... entonces me alegra... y mucho.
BorrarBesissssssssssssssssssss hermosa.
muy buen relato.
ResponderBorrarleíste las edades de lulú?
hay algo en esa clase magistral que me llevó a ese libro. sin tocarse más que en lo de la clase...
beso
Sip... lo he leído, f... y es que ciertos profesores, dan ganas de volver a estudiar.
BorrarBeso.
muy bien hilado...
ResponderBorrarconfío plenamente, creo que hace años podría haber usado esa frase, ahora y no me sale :)
A pesar de todo, Beauséant, yo sigo repitiendo esa frase, creo firmemente que nadie pasa por nuestras vidas sin razón, para bien o para mal, todos tienen un sentido, todos han enseñado algo...
Borrareso es cierto, todos han enseñado algo, pero en algunas cosas estoy en contra del aprendizaje. Hay muchas cosas que podría haberme muerto sin saberlas ;)
BorrarHoy más que nunca Beauséant, te digo que estoy de acuerdo contigo... no imaginas cuánto comparto esta idea.
BorrarNo me lo vas a creer, pero por alguna razón se me vino a la cabeza Sean Connery cuando he leído... xD
ResponderBorrarEncantadísima con el relato,
y yo que me meto de cabeza como si lo estuviese viviendo...
Besos, Mamita de Mi Corazón, quieroTe muchísimo!!!
Obvio que te creo mi niña!!! ...aparte conozco tu intuición, que es muy buena.
BorrarYo estoy encantadísima con que tú, Ivel, estés paseando por esta playa... de verdad, ese es el mejor regalo que puedes hacerme.
Besotes muchos muchos muchos... y quieroTe, siempre!
Me gusto mucho es de expresión sencilla pero muy seductor, fácil de leer y muy agradable te hace sentir ese coqueteo limpio y bello
ResponderBorrarGenial
besos
Gracias Ayelen... me gusta que digas lo del coqueteo limpio, bello; si así traspasó, me doy por satisfecha.
BorrarBesos.
Pero no lo eres....
ResponderBorrarjajajaja
que buena respuesta!
(supongo que al final subió al departamento, no? 😉 )
Besotes reina.
Es que las respuestas geniales, Laura, son fáciles cuando una escribe, el tema es decirlas en la vida real... yo soy de las que siempre se le ocurren luego... jajajajajajaja!
BorrarBesotes osita!
Me ha gustado..... Buen finde,,, un saludo desde Murcia.
ResponderBorrarGracias alp, buen fin de semana también a ti.
BorrarSaludos.
La experiencia, el sentir y la curiosidad aprovechando el momento sin pensar, es una mezcla deliciosa como tu manera de compartirlo con nosotros
ResponderBorrarMe gusto descubrirte
Saludos
Bienvenido a esta playa Oreste.
BorrarLa curiosidad siempre ha sido una característica que me pertenece y la experiencia una que me ha atraído... de allí en más, todo por sentir.
Un placer el que me hayas descubierto... un beso.
La tensión sexual no entiende de prejuicios.
ResponderBorrarTiene un aroma y un olor propio, si le sumas un poco de morbo, es irresistible.
Un placer leerte
Exactamente así... cuando la química es la justa, la reacción es imposible de frenar.
BorrarEl placer de tu huella, Charly, es mío.
Belissimo! Sedutor, apaixonante. Tuas palavras nos fazem viajar para um mundo pleno de maravilhosas sensações!
ResponderBorrarBeijos!
Bienvenido a esta playa, A.S.... eso antes que nada. Y muchas gracias por tus palabras.
BorrarUn beso.
¡Hola! Muchas gracias por sumarte al reto ¡qué intenso! Y qué manera de conocer a alguien y que se desarrolle tan fluida su relación (o sus cimientos). Me encanta la foto que pusiste además, Sean Connery, ¿Quién no quisiera un profesor así? ¡Jo!
ResponderBorrar¡Un abrazo!
¡Hola Roxana! ...nada que agradecer, en la medida que puedo y que me llega la inspiración, me gusta sumarme a las diferentes y buenas iniciativas... y la tuya lo es sin dudas.
BorrarPues si hay que firmar alguna petición por un profe así, cuenten conmigo!!!
Un besito.
Qué hará esa union karmeica entre su alumna y un profesor... por un año ejercí en ese oficio. En un año, tres de mis alumnas, hicieron presa de mi.
ResponderBorrarDemás esta decir, lo que me costó evaluarlas a fin de año. No habría podido reprobarlas.
Las alumnas ejercen una seducción difícil de evadir . Pero eso lo medité , mucho después.
Una de ellas era un alma libre, nunca la vi depilada, y su atractivo era , droga para mi alma.
Juan de Marco, una de ellas me siguió por tres años, fue una maldita , pero satisfactoria, obsesión. Su olor era exquisito...
Creo Rodrigo que, como en cualquier otra situación, dependerá de quién es el profesor y quién la alumna...😏
BorrarQuizás les cuente en alguno de mis relatos.
ResponderBorrarTendrás muchas historias por contar, Rodrigo... estoy segura.
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