Había comenzado su rutina laboral, por ende la radio se
encendía automáticamente a las 7:00am. Se levantó aún con sueño y puso el café
a hacer. Dejó que la música siguiera sonando, escuchar a Aute siempre le hacía pensar
en él.
Se hizo una foto así como estaba; todavía la camiseta con
la que había dormido puesta y la taza del desayuno en la mano. Fue esa misma
foto la que le envió por mail, aunque sabía que él estaría durmiendo, su
trabajo lo tenía despierto casi hasta la madrugada. Recordaba cuando lo había
conocido.
¿Madrugas cerca del mediodía? –le había preguntado
sorprendida. De grande quiero vivir como tú.
Sonreía con el recuerdo cuando le sonó el móvil indicándole
que tenía un nuevo mail. Para su sorpresa era la respuesta a su foto.
“Mis días mejoran cuando veo un correo tuyo.
No imaginas cuánto deseo desayunarte.”
Se ruborizó al leerlo, aunque hacía tiempo que se
frecuentaban, él seguía causándole el mismo efecto.
“Era un mimo... para que no me olvides y lleves mi imagen
en tu cabeza todo el tiempo que no estés conmigo.”
No había llegado a su habitación que el móvil volvió a
sonar; él había respondido.
“No podría olvidarte. No quiero sacar de mi cabeza nada que
venga de ti.”
Se quitó la camiseta, se echó boca abajo en la cama
deshecha y mientras una de sus manos bajaba hasta su sexo, la otra marcaba su
número. Tenía la necesidad, la urgencia de escucharlo.
Aquí me tienes... –le dijo en apenas un susurro.
Me encanta tenerte. –respondió él.
Esa mañana ella no llegó al trabajo, sin embargo viajó por
horas sólo con el sonido de su voz.