Hoy te contaré la historia de Clara.
Clara nació con el siglo, pero no con éste, sino con el pasado.
Sus padres, ya bastante mayores, casi habían perdido la esperanza de tener
hijos. Vivían en un pueblo perdido a las afuera de una gran ciudad. Tenían
una granja con algunos animales y una cuantas hectáreas de tierra destinadas al
cultivo. No era una vida fácil, se podría decir que pasó una infancia con
bastantes privaciones, aunque si lo que nunca le faltó fue el amor y la
atención de sus padres. Tal vez fue por eso que ella sonreía siempre, todos
los que la conocían no podían hacer de menos de quererla.
Cuando llegó el momento de comenzar el liceo, Clara decidió que
estudiaría en la ciudad. De ese modo podría también seguir el curso para
convertirse en enfermera. Así fue que por esos años ella se levantaba antes
del alba, viajaba a la ciudad muy temprano, estudiaba toda la mañana, y por la
tarde iba al Hospital Central, donde cumpliría el sueño de ser enfermera. Fue
allí, en el hospital, que conoció a Pedro, un muchacho muy guapo que estaba en
el último año de la carrera de medicina. Fue amor a primera vista.
Lamentablemente parece ser que la vida tenía otros planes. Pocos
meses antes que Clara terminase los estudios, perdió a su mamá y su padre cayó
muy enfermo. En ese momento ella tomó la desición más dura de toda su vida. Hizo los exámenes pertinentes para diplomarse antes de tiempo, se despidió de Pedro
y volvió al pueblo para cuidar de su padre y ocuparse de la granja. A pesar de
todo, nadie nunca oyó una queja o un reproche salir de su boca.
Un año más tarde también el papá se marchó; y todos pensaron que
Clara vendería todo y se iría a la ciudad, tal vez a buscar ese gran amor. Sin
embargo, ella decidió permanecer entre la gente que la había visto nacer,
crecer. Por aquellos años el pueblo no contaba con un médico, ni siquiera con
un hospital, había que andar muchos kilómetros para llegar a uno. Entonces
Clara pensó que la casa era demasiado grande para ella sola, y destinó gran
parte de ésta como “salita de primeros auxilios”. En los años que siguieron, si
un niño estaba por nacer, allí estaba ella; nadie más quedaría sin vacunas
pues se encargaba de registrar el nombre de todos y anotar las fechas en
las que debían aplicárselas. Con el tiempo logró que un médico fuera tres veces
por semana para visitar a todo el que lo necesitara. Y si había que cuidar un
enfermo, así fuera por noches y noches, allí estaba ella sosteniendo esa mano.
El pueblo creció, y finalmente se construyó un pequeño hospital,
donde había un médico de forma permanente; aunque la gente continuaba a
recurrir a Clara... Era ella la que siempre sabía la cosa justa de hacer.
Una mañana no despertó, se fue de forma serena como había
vivido, y si bien se podría pensar que estaba sola en el mundo, nunca se vió
tanta gente llorar por la pérdida de alguien. Es por eso, que a pesar que han
pasado muchísimos años de todo esto, si aún pasas por ese pueblo, y te acercas
a su cementerio, encontrarás una tumba siempre muy bien cuidada, siempre con
flores frescas, y grabado en el mármol:
“Aquí descansa en paz Clara,
una heroína anónima
que con su vida
honró a cada una de las de este pueblo.”
(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 27: Inventa un relato con una mujer como heroína
y su camino hasta llegar a serlo.)
Un relato fantástico, bien escrito, es de esos que te gustara haberlos escrito. Un abrazo
ResponderBorrarAinsssssss Ester... ¡qué divina sos!
BorrarGracias infinitas, de todo ♥
Besos enormes.
Héroes anónimos, reales, existen en muchas partes, así como Clara, médicos, profesores y otras disciplinas solo con la vocación de servir a los demás. Un relato que también es homenaje.
ResponderBorrarBesos dulces Alma.
Los verdaderos héroes, los que hacen que uno siga creyendo que un mundo mejor es posible.
BorrarBesos salados como el mar, Dulce.
Oh qué bonito Alma, una auténtica heroína que dedicó su vida a hacer el bien, aunque da un poquito de pena que renunciara a su felicidad para hacerlo.
ResponderBorrarBuen reto.
Un beso
Soy de las que cree que todo sucede o no, por una razón, y del modo que debe ser, aunque muchas veces no comprendamos el porqué.
BorrarGracias Conxita, sabés de mi admiración hacia vos como escritora y cuánto valore tu opinión.
Un beso.
Preciosa la historia de clara :) Hay gente así en la vida real, claro. Y son tan poquitos que conocerles y tenerles cerca es un enorme tesoro.
ResponderBorrarQuiero creer que sí, que hay muchos seres como Clara en este mundo aún, Holden.
BorrarBesotes.
Me has emocionado, Preciosa... Vocación y labor incondicional donde sólo se mide la felicidad y la sonrisa del otro.
ResponderBorrarGran homenaje a ese ser anónimo, mi niña.
Mil besitos, Alma.
Tu emoción... tus palabras... tu afecto y amistad, son mi mejor recompensa.
BorrarBesotes a montones, preciosa Auro.
Y claro que fue una heroina, digna de tener un día que la recuerde, estatuas en el pueblo. En cierta forma, hizo real su vocación. Lástima que haya tenido que sacrificar su vida personal.
ResponderBorrarUn abrazo.
Creo que ella fue feliz igual y que supo amar, amar de verdad.
BorrarUn beso, paisano.
Su amor no tenía nombre. Tenía muchos. Muchas pieles pero un solo alma.
ResponderBorrarEse es un amor de verdad, sin egoísmo, con nobleza...
Besos.
¡Qué bonito lo has dicho Mag!
BorrarGracias... por todo.
Besissssssssss.
Y cuántos héroes laten y habrán latido en aras de ese mundo justo, cuidado y protegido, dando la vida por entero… cada aliento y suspiro…
ResponderBorrarQué hermosa historia, mi preciosa Alma… de esas que te hacen sentir ese maravilloso y universal amor, que lo mueve todo, incondicionalmente…
Exquisitez y sensibilidad, siempre a flor de piel, cuando te leo… (te) siento…
Bsoss y cariños enormes ♥
Gin... mi querida Gin...
BorrarVos tenés una sensibilidad extraordinaria... lo demuestran cada una de tus letras, de tanto cariño que pones en ellas, en tus gestos... y para mí es más que un honor, ello, tu amistad... gracias.
Besos infinitos ♥
Qué triste Alma! Pero es así, cuánta gente anónima vive de esa manera, y muere también sin haber podido llegar quizás a cumplir sus objetivos o deseos..
ResponderBorrarHermosísimo!
No creo sea triste, creo que Clara ha tenido una vida plena de igual modo... al menos así lo deseo...
BorrarBesotes inmensos, Ale.
Impresionado ...
ResponderBorrarConozco a tantas y tantas Claras que ...
Un abrazo de jueves y, ah, no dejes de escribir nunca, Alma
Enrique... ¿qué decirte? ...gracias de ♥ ...por tus palabras, por tu apoyo, por todas y cada una de tus huellas, gracias.
BorrarBesos.
Buenos días, Alma:
ResponderBorrarLa lectura de este relato tiene un efecto sanador para el ánimo.
Me acerqué a él con el espíritu revuelto, con dificultad para concentrarme en nada de lo que me rodea. Pero a medida que avanzaba en la lectura de tu relato, mi desasosiego iba desapareciendo y ha ocupado su sitio esta esperanza que trasmites de manera tan sencilla como efectiva.
Gracias, Alma, por sanar mi desasosiego.
Hola Nino... me dejas sin palabras. Vos ya me vas conociendo, y yo te considero un amigo, de esta playa, de mis letras... de mí... Y ya sabes cuanto yo aprecie, valore tu opinión sobre mis escritos, porque sos un gran escritor, y un espléndido ser.
BorrarGracias a vos, gracias por tu apoyo constante, por tus palabras para conmigo, por tu compañía... gracias Nino, por ser y estar.
Un beso grande.
Hay muchas Claritas, nunca las suficiente.
ResponderBorrarBienvenido a esta playa, Sydera... un placer que hayas llegado hasta aquí y me dejes tu huella. Y como bien dices, nunca hay las suficientes Claras.
BorrarUn beso.