domingo, 11 de marzo de 2018

Allí estaba, otra vez en ese bar. Observándolo mientras entraba y se sentaba frente a mí. Su clase, sus modos. Habían pasado algunos años pero él continuaba a ser un hombre de apariencia fascinante. Tenía ese no sé qué por el cual las mujeres, sin importar la edad, giraban la cabeza. Y ese había sido el comienzo de todos los problemas. Su porte; ese modo todo suyo de ser siempre dueño de la situación, de hacer que una mujer se sintiera una princesa, pero poniéndola a sus pies.

Me había costado unos meses acercarme a él. Debí tener mucho cuidado, nunca me gustó ser yo la del rol de cazadora, y con él menos que menos. Pero debía ponerme en situación de ser su botín. Sabía sus gustos, sabía sus debilidades, sabía con qué podía tentarlo, seducirlo. Sólo debía ser yo. Sólo debía ser lo que había sido ella.

Una mirada atrapante, profunda. Una mente curiosa, inquieta. Una pizca de inocencia en esa sonrisa tímida. Y el cazador fue cazado. Agradecí no notara el parecido y su falta de memoria auditiva. Ahora estaba allí, delante mío, desplegando todos sus encantos, mientras le sonreía, no por el instante, sino por lo que sabía que vendría.

Me invitó a su departamento, finalmente. Acepté, entre complacida y repugnada. Entraría allí, donde todo había iniciado, donde todo había terminado. Sus manos quitaron cada una de mis prendas de forma magistral, como seguramente había hecho con ella. Estaba excitada, sabía que en poco apagaría mi hambre, mi sed. Tomó unas esposas, unas de las cosas con las que le gustaba jugar. Lo miré fijo, y él cambió la oscuridad de mi mirada por pícaro atrevimiento. Lo excitó mi osadía, su erección me lo decía, y se dejó hacer.

Lo esposé al cabezal de la cama. Allí, donde tantas otras veces había sido otra la presa. Donde ella lo había sido. Ya no se lo veía tan poderoso.

Con estos jueguitos una niña podría enamorarse... –dije mientras la suave piel de mis muslos rozaba su vientre.
Que suerte que tú no eres una niña entonces... –respondió sonriendo de lado.

Aún se sentía muy seguro. Entonces le vendé los ojos, me apoyé a su pecho y lo besé. Necesitaba que confiara, no podía arriesgarme a ninguna duda.

Tienes razón, hoy estoy yo en tu cama, y no una niña... –susurré en su oído. Pero no siempre ha sido así, ¿o no?
¿De qué hablas? –murmuró. ¿No estarás celosa?
¿Celosa? –casi me reí a carcajadas, más por los nervios. No, no son celos, es certeza. Certeza que nunca te ha importado quién metías en tu cama, ni qué sentimientos despertabas...
¿De qué carajo hablas? –decía mientras empezaba a moverse debajo de mi cuerpo.
Hablo de una niña a la que enamoraste... por la cual hiciste de todo para meterla en tu cama... por capricho, por sacarte el gusto... sin importarte nada... –continuaba a decirle mientras él ya se lastimaba las muñecas. Y esa niña te creyó... creyó en tus palabras... y vos la envolvistes en tus perversiones, en tus juegos... ni siquiera te frenaste cuando te advertí...
Suéltame... no sé de qué hablas... –no lograba gritar, o no quería; moviéndose tanto, se quitó la venda de los ojos, y por un instante, vi su sorpresa. ¿Me advertiste? ¿Cuándo?
Esa niña te creyó y se involucró... esa niña no se dió cuenta que para vos era todo un juego... y busqué tu número y te llamé... te advertí que ella era una niña, y se estaba enamorando... te pedí de no herirla... pero no te frenaste... –mi voz era tan fría como la sangre que me corría por las venas y no me detuvo ni siquiera el terror de su mirada delante de la navaja que ahora tenía en mis manos. Por eso te digo que es certeza... certeza que te he advertido, y que te he dado tiempo... pero no me has escuchado... y todo se transformó en dolor... el dolor de esa niña que se sintió usada, dejada... un dolor que llevó a esa niña al abismo, a la desesperación... y mi dolor, por no poder ayudarla, rescatarla, salvarla... mi dolor cuando la perdí, cuando perdí a mi niña...

Y mientras el filo cortaba su orgullo, y mis manos esta vez se mojaban del rojo de su sangre, volví a acercarme a su oído.

Esta vez no olvidarás mi voz, porque será lo último que oirás... –el rostro de mi niña en sus últimos minutos cruzó por mi mente. Tendrías que haberme escuchado... tendrías que haberme creído... te lo advertí, yo por mi hija mato...

(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 20Un relato que acabe "Yo por mi hija mato".)

20 comentarios:

  1. Bien narrado, inrcescendo, suavemente, con algo de tensión sexual como aderezo.
    ¡se lo merecía el muy...!
    Feliz domingo Alma.

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    1. Gracias Rafael... pensándolo fríamente, no sé si él lo merecía; pero es que a una madre que ama a sus hijos, la muerte de estos es devastante.

      Besos y espero esté siendo una buena semana.

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  2. Me alegra que se pueda escribir en libertad, que cualquier personaje literario sea susceptible de venganza, por otro lado uno de los móviles más frecuentes en la vida real, junto con el dinero y temas relacionados con el amor. Eros y Tánatos.
    Me parece que te voy a plagiar este tema que has escrito con perfección, no te enfades -la literatura está llena de plagios- sólo cambiaré a la protagonista por un tío que se cargará a una mujer "de apariencia fascinante", clavándole unas tijeras en los pechos y en el sexo, por llevar a su hijo al suicidio tras haber sido seducido...
    Definitivamente lo tuyo es la escritura.
    Saludos.

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    1. En cambio de "plagio" prefiero tomarlo como una "inspiración", yo misma no soy ajena a ella seguramente.
      ¿Lo mío es la escritura? ...pues gracias ...ironías aparte.

      ;)

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  3. Vaya venganza y muy buen ejercicio Alma y es que un hijo es un hijo y no se lo toca.
    Besos

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  4. Me impactó el final! Mientras te iba leyendo por un momento se me cruzó la posibilidad de que fuera su hija,pero,fue solo un instante, seguí leyendo y por fin, ese final que te deja helada como el tajo que le da a ese hombre con toda frialdad.
    Muy bueno!

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    1. Como se dice por aquí; "la vendetta è un piatto che si mangia freddo" ("la venganza es un plato que se come frío") ...me alegra te haya gustado.

      Besotes!!

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  5. Vaya relato, la ira nunca es un buen motivo para nada, menos la venganza, aunque es algo que ocurre a menudo, más cuando se involucran sentimientos como los de una madre.

    Besos dulces y dulce semana Alma.

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    1. Así es, en este caso la ira se transformó en fría venganza, y es que la pérdida de un hijo puede ser terrible en algunas situaciones.

      Besos grandes como el mar, Dulce.

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  6. Pensé que se refería a si misma. Algunas advertencias deben ser tenidas en cuenta, no desestimadas.
    La venganza fue terrible. Bien contado y cumplido el reto.
    Besos, paisana

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    1. Podría haber sido... es más, diciéndome eso me has dado una idea para hacer esta historia aún más "retorcida"...

      Gracias por todo Demi... besotes, paisano!

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  7. Tu don para transmitir no solo reluce desde esa sensibilidad que acaricia el alma y que tan maravillosamente te caracteriza, también lo hace desde ese grito sutil y contundente, ese que traspasa la piel, enérgico y feroz. Muy bueno, mi preciosa amiga. Un placer leerte, siempre.

    Bsoss y abrazos gigantes, y muy feliz semana 😘

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    1. Ainssssssssssssss Gin... gracias por estas palabras tuyas, son siempre caricias e impulsos para seguir adelante e ir por más.

      Besotes enormes...♥

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  8. Quedo impresionado por ese relato tan cruelmente bello.
    No presentí el final ... mañana iré con más cautela

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    1. Y yo quedo impresionada con eso de "que mañana irás con más cautela"... ¿a caso podrías enfrentarte a este tipo de situaciones? ...no lo creo!!!

      Un beso.

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  9. I miei complimenti, sei riuscita a trasmettere emozione in questo racconto,
    è da poco che ti seguo e devo dire che mi tocca sempre la tua sensibilità.
    Un immenso abbraccio carissima.

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    1. Grazie mille Angeloblu, mi piace trovare le tue impronte su questa spiaggia.

      Un bacione.

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  10. Un relato donde la frialdad y la venganza roza tintes sutiles, poco a poco se acelera el pulso a medida que descubre sus sentimientos.


    Besos.

    Lunna.

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