Ya tengo preparado lo
que vestiré. Por hoy dejaré mis jeans y me pondré faldas; sé cuánto a él le
gustan. Me ha dicho hasta cansarse que una mujer se ve mucho más bella, mucho
más femenina, con ellas que con pantalones. Y hoy le daré esa satisfacción.
Llego a su casa. No lo
dice pero me estaba esperando. Me recibe con una sonrisa. Pero de las de él,
porque él no sonríe con la boca, él sonríe con la mirada. No podría explicarlo,
pero sus ojos, de ese color tan particular, entre verdes y grises, toman un
brillo especial cuando lo hace.
¡Feliz cumpleaños! –digo,
casi le grito; y me emociono cuando por toda respuesta, me abraza.
Gracias... –susurra que
apenas lo escucho; noto que él también está emocionado.
¿Llego a tiempo para
compartir un desayuno con Usted? –pregunto, a pesar de los años que nos
conocemos nunca he podido dirigirme a él de otra forma. Yo lo preparo, ya he
ido a buscar el pan para las tostadas...
Entonces a
desayunar... –responde haciendo un gesto con la mano para que pase adelante.
Reímos. Sé que siendo
un día especial podría haber comprado medialunas, o algunas galletitas
particulares, o hasta masas. Pero no, no para él. Es el hombre más sencillo que
jamás he conocido, y sé que las tostadas con miel acompañando el té serán
perfectas.
Mientras se calienta
el agua, preparo el resto. Le pregunto si ya ha leído el diario, y si hay
alguna noticia que valga la pena. Alza las cejas y tarda pocos segundos en
responderme que hace rato no hay algo en los periódicos que valga la pena. Por
primera vez creo ver descepción en su rostro. Aún así prefiere no hablar del
tema. En cambio, desea saber cómo va mi vida. A veces he tenido la sensación
que ninguna otra persona puede escucharte con tanta atención como lo hace él.
Y, aunque sepa lo que me dirá, me gusta preguntarle su opinión sobre diferente
cuestiones. En sus respuestas he encontrado siempre una sabiduría arrolladora.
Llaman a la puerta;
entre una cosa y otra ha volado la mañana. Lo veo iluminarse cuando escucha la
voz de sus nietos. Todos y cada uno han llegado para festejar junto a él. Me
quedo en parte, me gusta observarlo; y es que con él se aprende en cada mínimo
detalle. El resto del día quedará entre nosotros, en la intimidad de la
familia, en el recuerdo.
Es el número 18: Imagina pasar un día con la persona que más admiras del mundo.)
No soy una de “admirar” personajes famosos o públicos;
no completamente al menos. Esto es porque considero difícil admirar lo que no
se conoce. Por eso es que he preferido escribir de alguien que sí conozco; por
quien siento un profundo respeto, y un grandísimo amor. Quien desde siempre ha
sido un ejemplo y alguien al cual admirar sinceramente. Para mí es un orgullo
pertenecer a su familia, quererlo como a un padre y sentirme una hija para él.
Por esto, y por mucho más que es difícil expresar en palabras:
¡Felices 88 años,
Suegro!