sábado, 25 de mayo de 2019

Se subió al auto sin pensarlo demasiado, y antes de ponerlo en marcha, controló por enésima vez el maquillaje, ahora en el espejo retrovisor. Se preguntaba en qué momento había tenido la brillante idea de volver, ¿a caso no se encontraba bien ella así como estaba? Pero le había dicho a él que lo haría, se lo había prometido, y si algo siempre le había gustado, era cumplir con su palabra.

Arrancó; no eran demasiado los kilómetros que la separaban de aquella casa, pero tampoco deseaba encontrarse en medio al tráfico de aquellos que elegían salir a pasear un domingo a la mañana. Él le había contado que todo era prácticamente igual, las mismas costumbres, las mismas tradiciones. Aunque no había profundizado mucho sobre el tema, como si él evitara ponerla de frente a la realidad. Pero no hacía falta, ella ya sabía lo que encontraría. Imaginaba ya el rostro de su tía cuando abriera la puerta de la casa. No lo creería. Después de todos esos años, diecisiete para ser exactos, donde sólo había reinado el silencio. Ella no le había contado ni a su madre que pensaba volver, y es que sentía que no lograría comprenderla. Hacía ya tiempo que había dejado de librar batallas que no eran suyas, y mucho menos, continuaría a combatir enemigos ajenos. Estaba preparada; preparada para los reproches, al fin y al cabo, serían los de siempre, segura que eso tampoco había cambiado. Le parecía ya oír esa voz que marcó su infancia, diciendo lo egoísta que era; que con qué coraje se presentaba allí hoy y, sobre todo, para qué, qué buscaba.

El paisaje de los costados de la autopista continuaba a pasar como si nada y ella probaba a respirar para serenar toda la agitación que comenzaba a invadirle el cuerpo. Cada tanto se cruzaba con imágenes de todo lo que había sido y no podía dejar de preguntarse cómo había llegado a tanto. En definitiva, había sido ella a dar el portazo y alejarse lo más posible. Y ahora volvía. Es que diecisiete años no son pocos; ella había crecido, había vivido tantas cosas y aprendido que, tal vez, no todo era blanco o negro. Ya no era esa veinteañera rebelde, que quería llevarse el mundo por delante y que estaba segura de poder lograrlo. Ahora era una mujer adulta, y una que necesitaba cerrar ciertos círculos. No pretendía disculpas de nadie, no era eso. Sabía que los errores habían sido de ambas partes, aunque esto no le fuera jamás reconocido. No importaba. Ya estaba allí.

Estacionó frente a la casa; todo se veía exactamente igual, como si el tiempo no hubiese pasado. Sólo faltaba que tres niños salieran corriendo por el costado. Gritando, sonriendo, jugando. Tembló y por un momento pensó en escapar otra vez. Respiró profundamente, bajó del auto y sonó a la puerta.

Un momento... ya llego... –la inconfundible voz de su tía le gritó desde adentro.

Dos minutos después la puerta de la casa de su nonna se abría y su tía se la quedaba mirando emocionada. Ninguna de las dos lograba pronunciar una palabra, y por todo gesto se abrazaron.

Pasa... pasa... –dijo su tía mientras casi la empujaba dentro. Tu nonna está en la cocina, porque supongo que es a ella a quien quieres ver, ¿no?
Sí... –respondió en un susurro. Sé que es la hora del almuerzo, y no quiero molestar...
¿Qué dices? –respondió su tía deteniéndose de golpe. Ella no entenderá nada, pero se pondrá contenta de que alguien haya venido a visitarla.

¿Alguien? ...se preguntó para sus adentros. Estaba allí, preparada y lista para la lluvia de ataques que le caería encima. Entró en la cocina; ahí estaba ella, su nonna. Parada de espaldas no la había visto, estaba concentrada girando lo que sin dudas sería el estofado; pese a los años, ese perfume era inconfundible. No podía decir nada, en un segundo había perdido la voz, sólo pudo toser.

Hola nena... no te escuché entrar... –dijo la anciana girándose con la cuchara de madera en la mano. Has llegado justo en tiempo, ¿te quedas a almorzar?

Ella seguía muda, inmóvil en mitad de ese espacio lleno de recuerdos. Su tía apareció por detrás, y como si supiera que estaba a punto de caer, la sujetó por la cintura.

Mamá... ¿viste quién vino a visitarte? –preguntó su tía sin soltarla.
La nena... –respondió la anciana. La amiga de Fer... ¿se queda a comer?

La escuchaba y era como que el tiempo transcurría en cámara lenta, nada tenía sentido; y a la vez, todo comenzaba a encajar perfectamente. Por ello él le había hecho prometer que iría hasta allí. Le había hecho entender que se lo debía, sino a otra persona, a ella misma. Su nonna ya no recordaba todo, había olvidado muchas cosas, entre esas, a ella.

No supo de dónde sacó la fuerza pero permaneció allí el tiempo del almuerzo y una larga sobremesa. Se sentó junto a su nonna; la cual se pasó todo el tiempo contándole su vida. Le habló de su nono, de su madre, de sus nietos, hasta de ella misma. Se sorprendió que a pesar del muro que había alzado entre las dos, ella estuviera tan informada de su vida. Así y todo, no la reconoció en ningún momento, ni siquiera cuando le repitió por décima vez su nombre.

Nena... yo ahora me voy a dormir la siesta, ya estoy grande para aguantar tantas horas en pie... –comenzó a decir su nonna soltándole la mano que había sujetado por todo el almuerzo y acariciándole el rostro. Tienes unos ojos hermosos, una mirada con luz... espero vuelvas otro día...

Seguro... –respondió ella. ¿Por qué no?

No pudo evitar romperse en llanto. Ella estaba preparada para todo, para los reproches, para las recriminaciones... para todo, menos para lo que había pasado. Menos para que su nonna no la reconociera, menos para no poder disculparse. Menos para darse definitivamente cuenta que, tal vez, ya era demasiado tarde para volver.

27 comentarios:

  1. Me has entristecido...he recordado a mi madre en ese estado, también el sentirme culpable de no haberle dicho muchas más veces lo que la quería.

    Me ha encantado a pesar de todo.

    Un saludo.

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    1. Siento haberte entristecido Fibo, a veces las letras son como la vida misma y no siempre vamos por ella con la sonrisa puesta.

      Un beso.

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  2. Nunca es tarde a mi parecer mientras tengamos el tiempo, pero por otro lado eso nos enseña que precisamente hay que aprovechar los momentos. Un relato muy emotivo Alma.

    Besos dulces y dulce fin de semana.

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    1. Te aseguro Dulce que a veces, cuando aprendes, ya es tarde... pero tal vez, esa es justamente la lección.

      Besos grandes como el mar y muy buen domingo para ti.

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  3. A veces la miro… en silencio… y entonces tengo prisa por decirle y vivir con ella tantas cosas, que me falta el tiempo, ese tiempo que, poco a poco, va privándome de ella, de lo que fue en su esplendor y que, ahora, va mitigándose cual llama de una vela…

    Hermoso y emotivo relato, mi preciosa Alma… Me ha llegado muy hondo.
    Abrazos enormes, y feliz finde 💙

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    1. Sólo puedo decirte, disfruta cada singular segundo... tú que aún la tienes, hazlo...

      Besotes y gracias Gin por tu presencia constante.

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  4. Esta soberbia historia me produce una doble sensación; de tristeza y al mismo tiempo miedo. Y me hace pensar que el tiempo no es el que pasa. Pasamos nosotros sobre el.
    Un placer leerte Alma
    Un beso

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    1. Me ha encantado tu huella Don Dumas... y me dejas pensando también, poeta.

      El placer de tu visita es siempre mío, un beso.

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  5. Hoy es justo ese dia en que podemos llamar a alguien por teléfono, mañan es domingo y podríamos ir a visitar a alguien, hay que decir te quiero mientras nos lo puedan escuchar y reconocer, luego es tarde. Un precioso relato que duele y seguro que a alguno hasta le puede escocer. Abrazos

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    1. Era justo el día Ester... como lo es hoy y lo será mañana. Siempre sabia tú.

      Un abrazo fuerte fuerte y muchos besos, disfruta tu domingo.

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  6. Dejamos de hacer visitas, sin entender que hay personas mayores que con cada descuido de nuestra memoria y atención, perdemos. Con lo fácil que es ir de vez en cuando, o llamar por teléfono, en fin, somos bobos. Buen relato

    Un abrazo y feliz noche

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    1. Hay veces que nos empeñamos en hacer difícil lo que es verdaderamente simple, y cuando nos damos cuenta, pues es ya tarde...

      Un beso Albada.

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  7. Bonita historia que refleja el paso del tiempo y la gente que lo hace posible en nuestras vidas. Me ha gustado mucho que me toca de cerca que algún familiar.
    Un saludo

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    1. Bienvenido a esta playa, antes que nada, Victor!!

      A veces hay historias que en ciertos puntos nos unen a todos, ¿no?

      Un beso.

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  8. No disponemos de todo el tiempo y sin embargo, ahí estamos creyendo que todo estará para siempre tal y como lo dejamos...
    Cruel enfermedad que nos hace ver la fragilidad del ser...

    Muy emotivo, mi querida Alma. Me he emocionado mucho al Leerte.

    Mil besitos con cariño y feliz noche ❤️

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    1. Me he quedado pensando en tus palabras Auro... "...no disponemos de todo el tiempo..." ...pero tampoco disponemos, de buen modo al menos, de todo el tiempo que sí tenemos, ¿me explico?

      Besotes infinitos preciosa y disfruta muchísimo de tu domingo!

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  9. Siempre (me) quedará esa pregunta flotando en el aire... ¿y si hubiese vuelto antes? ...la vida ha sido así. Como dije antes, tal vez era la lección por aprender.

    No creas que no lo he hecho. Besotes Evan... y mil veces gracias por estar aquí.

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  10. La vida misma, los duelos,las pérdidas,el recuerdo. No puedo escribir mucho más, porque vos,ya sabés todo lo que querría decirte.
    Miles de besos llenos de amor.

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    1. No hace falta (me) digas más Ale, porque yo (te) sé, yo (te) siento...❤️

      Smu@ckssssssssssssssssss.

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  11. Sobrecogedor, era justo el momento de volver, a veces tardamos demasiado.
    Saludos.

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    1. Tal vez, Musa, era como dices, justo el tiempo de volver.

      Un besote!

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  12. Las cosas siempre llegan demasiado tarde, por eso no conviene esperarlas. A veces lo mejor es salir a buscarlas porque ellas no vendrán sin nuestra ayuda.

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    1. Tienes razón Beauséant...pasa que a veces -siempre- te aprendes la lección cuando la vida ya te ha tomado exámen.

      Un beso.

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  13. Hay aspecto que no contás, lo dejás al lector. Como la razón de su partida, tal vez no haya sido por frialdad, sino para hacer su propia vida, sus propios proyectos, su vida. Creo notar algún conflicto, por eso de los reproches, incluso tal vez la protagonista tuvo que huir.
    Y no hay frialdad, ya que volvió, aun sabiendo que podía ser mal recibida. No es poco mérito. No hay frialdad en sus lágrimas, son sinceras.

    Besos, paisana.

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    1. Él o los motivos por los que se alejó, ya ni ella lo sabe... pero como decís Demi, volvió...

      Besotes.

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  14. Que bonito relato...he recordado a mi abuela a la que me parezco tanto, no me canso de decir que hay que decir te quiero mas seguido...y pensar que la vida es tan corta para dejar rencores y alejamientos..

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    1. Gracias Lía... tienes toda la razón, la vida es demasiado corta para rencores y alejamientos... me hubiese gustado comprenderlo antes.

      Un beso.

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