¿Te
parece si cenamos aquí? –me preguntó mientras colocaba un mantel y dos vasos
comunes sobre la mesita que se encontraba delante del sofá.
Sí,
por mí no hay problema... –e iniciaba a relajarme. ¿Puedo encender la televisión?
Puedes
hacer todo aquello que desees... –me respondió sonriendo hasta con los ojos.
Cenamos cómodamente sentados en el sofá, conversando y escuchando música en la televisión; pero comencé a sentir un poco
de frío e, involuntariamente, temblé. Esperé que Daniele no lo notara, porque
pese al cansancio quería seguir allí con él más que cualquier otra cosa. Pero
él se giró, tomó una manta de detrás del sofá y me cubrió, abrazándome.
¿Mejor?
–me preguntó acercándose a mi rostro.
Sí,
mucho mejor... –inicié a responder. Gracias, pero…
Tranquila,
te he dicho que estás en tu casa... –dijo y no dejaba de mirarme a los ojos.
¿Qué deseas?
¿Cómo?
–tuve miedo de no entender qué quería decir realmente.
¿Quieres
un té? –respondió sonriendo de lado. Siempre viene bien un té…
Ahhh…
Sí, claro. –y por un momento me sentí confundida. Este hombre parecía un
adolescente a ratos. Había hablado sin parar, yendo y vieniendo, mostrándome
cosas, explicándome de su trabajo. Loco, rematadamente loco …pero encantador.
Pero
me da cosa separarme de ti y no será cuestión de llevarte conmigo... –susurró casi
a mi oído.
Entonces,
no hagas nada y…, quédaTe. –ironicé en el “te” final, poniendo cara de niña y
abriendo mucho mis ojos.
Perfecto,
porque no deseo más que besarte... –agregó. Y ha de ser sí o sí…
¿Seguro?
–lo desafié más que preguntarle.
¿Dudas?
–y su mirada se clavó tan incisivamente en mí que sentí incendiarme la piel y
la sangre.
No
esperé a que él hiciera algo. Simplemente me senté a hojarcadas sobre sus
piernas, tomé su rostro entre las manos y lo besé. Noté sus manos en mi
espalda, quietas primero, recorriéndola después. Mi lengua no dejaba de
saborear cada rincón de su boca, lo hacía lentamente. Mordisquié su labio y
subí por su mandíbula, besándolo, hasta su lóbulo, que lamí. Pasé mis dedos
entre los cabellos de su nuca y llevé su cabeza hasta mi seno. Daniele era tan
hábil…, cuidadoso en sus movimientos…, se notaba su experiencia. Suavemente me
recostó sobre el sofá y…
Desperté
en su habitación..., en su cama y el perfume del café invadió mis pulmones …otra
vez. No encontré mi ropa por lo que me puse su camisa y descalza fui hasta la
cocina.
¡Buenos
días dormilona! Mmmm… Tu perfume... –saludó
Daniele girándose apenas entré y depositando un pequeño beso en mi boca. Estaba probando tu nueva máquina de café…
¿cómo lo quieres?
Creo que el frío fue propicio para que se produjera el beso y todo los demás.
ResponderBorrarBesos,
Yo soy más bien del calorcito; pero es inegable que el frío a veces tiene sus cosas hermosas...
BorrarUn besote.
Un final con buen sabor, entre té y café, prefiero lo primero.
ResponderBorrarBesos dulces y una dulce semana para ti.
Ya somos dos Dulce, yo también elijo lo primero aunque no se diría...
BorrarBesos salados como el mar para lo que queda de la semana.
Nada mejor que coger algo cuando te lo ofrecen.
ResponderBorrarÉl lo disponía en bandeja de plata y ofrecía el mejor bocado. Lo ponía fácil, al alcance de la mano... Y la mejo forma de disfrutar de algo así es tomarlo a sorbitos si está muy caliente o ir dando fuego para que coja temperatura.
Café o té... qué más da... Hasta el de máquina es bueno si la compañía es mejor.
Un beso enorme.
Todo es mejor cuando la compañía es la indicada... la deseada...
BorrarBesotes hermosa... muchos muchos.
Es la mejor manera de iniciar una relación... una sonrisa, que seguro sería pícara
ResponderBorrarA tus PIES
Cualquier cosa que se inicie sonriendo, se inicia bien...
BorrarUn beso Gude.