martes, 17 de noviembre de 2015

Donde se encuentra el alma ...final.

¿Vamos? –preguntó ella entre desafiante y espectante.
Obviamente... –respondió sonriendo de lado. ¿Dónde me llevas?
Por ahí... –e inició a caminar. Ahhh, por cierto, mi nombre es Alma.

Por una extraña razón Leo lo supo. Llevó su mano al bolsillo y sacó la tarjetita del negocio que horas antes había visitado. “Donde se encuentra el alma”. Definitivamente, destino. Se apuró hasta alcanzarla.

Habían pasado algunas horas. Alma no paró de hablar, pero a Leo le gustaba oirla. Le gustaba ese modo en el que se sonrojaba su rostro y cómo probaba a cubrirse con sus manos. Esa forma de mirarlo, como si lo que estuviese contando fuera lo más interesante del mundo. Y esa manía de mordisquearse el labio.
Interesante esto del “Street Food”... –comenzó a decir Leo y ya le brillaban los ojos. Aunque si después del regalo, había imaginado un clásico plato de la cocina italiana…
No tenía con qué... –respondió apurada Alma, un poco nerviosa por la observación.
¿Y sería muy atrevido de mi parte pedirte un verdadero “espresso”? –preguntó Leo acercándose a su oído. Es que me ha dado curiosidad esa nueva máquina que me has contado tienes.
Atrevido, sí…, pero terriblemente tentador... –dijo Alma mordiéndose el labio nuevamente.

Pasaron delante del negocio, Leo no dijo nada, y subieron. Todo el primer piso era su departamento, amueblado con el mismo buen gusto del negocio. Los espacios eran abiertos, grandes y luminosos.
Este es mi refugio... –dijo Alma y con la mano le mostraba el alrededor. Ponte cómodo…
¿Segura? –respondió Leo con picardía en los ojos.

Alma sirvió el café... Lo tomaron y las horas seguían pasando. Ella sentía de conocerlo desde siempre. Conversaban animadamente, provocándose ambos, hasta que sonó el celular de ella, que se apartó para responder.
Hola… no, estoy en casa… no, no… cierra tú con tus llaves… sí, ok, nos vemos mañana en algún momento… sí… yo también te quiero… chau... –se giró para explicar: Era mi madre… el negocio de aquí abajo es mío y es la hora de cierre…
Bueno… me marcho, así te dejo con tus deberes... –dijo Leo simulando no haber escuchado la conversación.
Absurdamente a Alma se le detuvo el corazón, al fin y al cabo era un desconocido pero… Lo vió acercarse lentamente hasta ella, parándose a escasos centímetros de su rostro.
Podría también quedarme, sólo debes pedírmelo... –y con su mano le alzó el mentón.
Si basta tan poco... –dijo Alma temblando. Quédate…
Leo apoyó sus labios en los de ella, suavemente, apenas los rozaba. Mirándola a los ojos, los delineó con su lengua. Alma suspiró y cerró los ojos. Él siguió besándola, hasta llegar al lóbulo de su oreja.
Si quieres que me frene, dilo ahora... –susurró Leo.
No lo hagas… no te frenes... –pronunció Alma pasando su mano por la nuca de él, acercándose a su boca.

Él la alzó en brazos y ella lo rodeó con sus piernas a la altura de sus caderas. Siguieron besándose en aquellos pocos pasos que los separaban de la cama. Ahí, Alma se dejó caer de espaldas mientras observaba a Leo quitarse la ropa. Y él lo hacía lentamente porque le gustaba verla ruborizar, lo excitaba. Se quedó mirándola por algún segundo y luego comenzó a recorrerle las piernas, hasta llegar al cierre del jeans, que bajó despacio mientras sus ojos se clavaban en ella. Alma temblaba, jamás había deseado a alguien tanto. Leo continuó a desvestirla; se acercó a su oído en el momento de quitarle el sujetador.
Ahora seré yo a morderte los labios... –Leo mordisqueó su lóbulo, bajo por su cuello e inició a tormentar sus pezones. Primero uno y luego el otro. Alma pasó sus manos por la nuca de él, que bajó por su vientre hasta su sexo, donde se perdió saboreándola. Ella arqueó la espalda y pronunciando su nombre le pidió que la hiciera suya. Leo volvió a trepar hasta su boca, que besó hasta casi quedar sin aire.
Yo ya soy tuyo... –susurró él en el momento que la pasión inundaba las entrañas de ella.
Bebió su aliento, cada uno de sus jadeos; pues, aunque ella no lo dijiera, sabía que ya era suya, de él. Se convulsionaba sobre ella, penetrando suave, dejando que lo inundara por completo, mientras sentía las uñas de ella clavarse como garfios en su espalda. Le comía la boca, como si eso le diera fuerza. La atrapaba entre sus brazos, presionándola contra su pecho. Le daba su aliento, parecía no querer perderla.

Leo le dejó espacio para que recuperara la respiración, pero no cesó en mimarla, abrazarla, besarla… Él también necesitaba recobrar la calma después de tanta intensidad; pero en algún momento se quedaron dormidos. Y cuando los primeros rayos del sol se colaron por la ventana, Alma dormía sobre el pecho de Leo. Apenas se separó un poco, no deseaba despertarlo; y se detuvo algunos minutos para observarlo. Se lo veía tan sereno, tan bien ahí donde estaba, como si ese lugar le perteneciera desde siempre.

Siempre… El lugar donde se encontraba el alma… Su Alma.





14 comentarios:

  1. Es que se llamaba Leo, y yo pensando que... :P La escena que me recordaste fue de "50 sombras de Grey" la del ascensor por los nombres.

    Una historia muy romántica.

    Besos dulces y dulce semana.

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    1. Y yo que pensé que era un juego de palabras que habías hecho...
      Pero la escena del ascensor es en la otra historia, que también está por terminar ...aichhh sabía que alguno se confundiría pero no pensé serías vos Dulce!

      Gracias por lo de la historia... soy un poco (demasiado tal vez...) romántica.

      Un beso salado como el mar.

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    2. Solo aclaro, respondo, y confundo :)

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    3. No conocía este aspecto tuyo ...siempre tan serio, tan formal ...me gusta este guiño. ;)

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  2. Me encanto, no me salen las palabras. Simplemente sos genial. Me gusto esta historia, valia mas que la pena llegar hasta el final.
    Besotes Taña ;)

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    1. Ainssssssss... vos no sabés qué alegría me das dejándome tu huella en mi playa!!!
      Bienvenido Hugo ...y gracias, muchas, muchas gracias!!!

      Besotes flaco!

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  3. Un Alma llena de Alma, ternura y pasión. Como solo un Alma puede describir desde la pluma de su interior.

    Un beso enorme a tu Alma tan intensa y bella.

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    1. Gracias María... yo, como dicen ustedes, me paso de moñas... pero es que no puedo evitarlo!!!

      Un besote enorme y un abrazo fuerte fuerte con toda (el) Alma.

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  4. ¡Moñas! NO lo creo. A mí me gusta y soy moñas oficial :-) Es lo que tiene el lado oscuro :-)
    Pero la escena de cuando él empieza a desnudarse, ese romanticismo... Me imagino su cara, sus ojos... y me callo porque, al final, me perderé y se sabrá todo :-)

    Y ese final abierto, donde cada uno podamos imaginar si siguen, si se vuelven a encontrar, si se hacen un hueco importante en su vidas o es un "aquí te pillo"... pero me da que no... Yo quiero creer que siguen jugando a este juego del amor...

    Un beso enorme, enorme...

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    1. Esa escena es especial... la he imaginado... escrito... vivido...
      Y yo también quiero creer que siguen encontrándose... amándose...

      Besotes infinitos hermosa.

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  5. Alma no paro de hablar? Me suena conocido eso. Una historia simple y hermosa. Me encantan los relatos de encuentros que se dan por casualidad o causalidad... siempre traen el alma en el mismo centro, donde debe estar. Me encanto. besos a tu alma

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    1. Ainsssssssss... dejemos pasar eso de que Alma no para de hablar...

      A mí me encantan esos encuentros, cuando (el) Alma puede verse a los ojos, y donde no hacen falta palabras.

      Un beso de (mi) Alma a la tuya.

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  6. El romanticismo por encima de todo, me encanta porque se envuelve todo en un aura de ternura y cariño por conocerse todo de ellos y en ellos.

    Mil besitos, Alma.

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    1. Aichhhhhh casi casi me paso por alto tus palabras... es que Auro, yo no puedo dejar de ser una eterna romántica... me gusta tanto que me dejes tu huella, porque la siento siempre con mucho afecto.

      Infinitos besos!

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