Yo nunca busco nada y es justamente cuando encuentro todo.
-respondió él, sonriendo de lado. Igualmente, me interesa esta biblioteca, así
como está…, incluidos los libros.
Pues tiene muy buen gusto; esta biblioteca de roble es hermosa.
-dijo la señora entre seria y divertida. Pero lamentablemente los libros son
sólo elementos decorativos, no están a la venta. Son de mi hija también.
Entonces tendré que hablar con ella…, creo que podremos llegar a
un acuerdo. -se pronunció muy seguro de si mismo.
Se ve que no conoce a mi hija. -mencionó la señora, y
extendiéndole una tarjeta del local agregó: Si aún está por acá, puede probar a
pasar más tarde, ella no tiene horarios los sábados. Sino aquí tiene sus
números telefónicos para llamarla.
Ya estaba en la calle. Caminaba hacia su primera parada
“obligada”. Sin él su día no podía darse por iniciado. Entró en la cafetería y
ordenó su expreso doble sin azúcar y con un poco de crema…, para llevar. Le
gustaba ir saboreándolo mientras paseaba por las calles del barrio. Seguramente
también iría hasta los puestos de venta de libros, siempre encontraba algo
interesante. Pasó por delante del Jardín Botánico y pensó: “Tantos años
viviendo aquí y nunca he entrado a visitarlo…, ya lo haré.”
Salió del negocio con una extraña sensación en el cuerpo. No
lograba dejar de imaginar cómo sería la dueña de ese espacio. Es que un hombre
podía hacerse mil fantasias, un poco por esos muebles decorados con tantos
detalles personales; un poco por esos libros tan particulares y expuestos sin
más; y un poco porque sí, porque sin conocerla, esa mujer ya lo intrigaba.
Pensaba en ella cuando se detuvo frente a los puestos que venden libros.
Estaba terminando el café en el preciso instante que se paró a ver los cajones de viejas ediciones de libros, así podría revisar uno a uno. Y lo vió. Allí estaba él. Ese hombre no pasaba inadvertido ni siquiera queriendo hacerlo. Pese a su look juvenil, se veía una cierta madurez. En sus rasgos bien marcados; en los detalles bien cuidados; y, sobre todo, en sus modos. Pero ella no iría en su búsqueda, no era de esas; si tenía que ser sería. Comenzó a sonar su celular; “número privado”…, se lo quedó mirando, seguramente sería por trabajo. Cerró sin responder, eran sus horas esas. Si estaban interesados volverían a llamar.
Nadie respondía al celular, probaría más tarde. Seguiría viendo
esos libros de viejas ediciones. Se acercó a esa mujer que parecía la
representación de la primavera, que hojeaba un recetario de cocina italiana en
idioma original.
¿Entiendes el italiano? –y hasta a él le pareció una pregunta muy
estúpida para iniciar conversación.
De un hombre como usted me hubiese esperado otro tipo de pregunta.
–dijo ella con tono provocador. Ya el hecho de tratarlo de usted había sido el
punto de partida.
Touchè… No te conozco, y aunque eres una bella mujer, no soy de
aceptar ningún tipo de provocación. –decía sin dejar de fijarla a los ojos.
Esos, oscuros e infinitos.
Ella sonrió. La invadió una sensación que no probaba desde hacía
mucho tiempo… De golpe se sintió viva. Sintió una llama, un bullir en el
estómago. El gusto de la seducción, de ese juego exquisito; y de haber encontrado
un adversario a su altura. El dueño del puesto avisó que iba a cerrar. Ya era la hora del almuerzo.
Perfecto…, me llevo este. –dijo entregándole el libro de cocina
italiana.
¿Me dejas que te lo regale? –oyó que le decía a sus espaldas,
acercándose a su oído.
Solo si usted acepta mi invitación a almorzar... –le respondió
girándose para fijarlo a los ojos y desafiarlo…, otra vez.
Hecho. –pagó el libro y se lo dió diciendo: Por cierto, soy Leo…, piacere.
Ella sólo volvió a sonreir.
¡Vaya, vaya!
ResponderBorrar¿El destino es una serendipia? Me da que este es buscado.
Ella se hace la interesante, parece que marca distancia, como si llevara el guión, pero quien manda, está claro que es él... que no se corta ni poco ni nada.
Me quedo a ver qué pasa en breve.
Besos.
Él sabe muy bien qué quiere... y ella lo desea cuanto él aunque marque distancia.
BorrarBesotes hermosa.
Sentirse viva. Una gran sensación.
ResponderBorrarBesos fuertes y un abrazo :)
¿A que sí? ...mil besotes y más Eva.
BorrarNo hay encuentros casuales. Por cierto, yo también soy leo :)
ResponderBorrarBesos dulces y dulce semana para ti.
¿No? ...¿y qué es? ...¿destino?
BorrarPor cierto, soy una con buena memoria ;)
Besos salados como el mar y que tu semana sea maravillosa como vos.
P.D.: aún espero me digas a qué película te hice acordar con la entrada anterior...
De los encuentros que me gustan... sorprendentes y morbosos.
ResponderBorrarA tus PIES
De los encuentros que sorprenden... y cambian todo.
BorrarUn beso Gude.
Este tipo de encuentros son los que marcan las vidas y sus caminos...los que hacen que la sangre vuelva a vibrar...
ResponderBorrarun besazo mi Almita...intentaré pasar más a menudo ...pero mi ausencia que sepas es para bien...mil besos preciosa!!!
Peque... si pasaras más a menudo seguramente me harías feliz, pero ¿sabes qué es lo más importante? ...saber que tu ausencia es para bien, y cuando quieras, cuando puedas, me haces un silbidito, entonces preparo café y una torta y me cuentas cómo te va esa vida ...¿ok?
BorrarBesotes enormes y un abrazo que te cubra!!
Todo comienza, sí y parece que va bien encaminado. La de cosas que pueden pasar en un solo día... A mí no me pasa eso, mi vida es muy aburrida jajaja
ResponderBorrarY te prohíbo que nos compares. Tu historia es maravillosa, no la compares con la mía. Aprender puedes aprender tú solita, escribiendo, imaginando y sintiendo lo que expresas. Alma, lo haces genial ;)
Un besazo!
Nana no creas que a mí sí me pasan!!! ...es en otra vida de Alma, jajajajajajaja!
BorrarEres grande, sabelo!
Un besote grande grande.
Los encuentros que ya se esperaban, una historia que nos deja con un sabor muy dulce
ResponderBorraresperando la continuacion, besos dulces
Encuentros deseados sin dudas... ahora veremos cómo sigue...
BorrarBesitos salados como el mar para vos!
Se pone interesante....
ResponderBorrarQué bueno lo creas así Tracy!
BorrarUn beso.