domingo, 11 de febrero de 2018

Se despertó en mitad de la noche, sin saber muy bien porqué. El silencio lo rodeaba. Miró hacia el lado izquierdo de la cama, el lado de ella; allí estaba su taza de té y el libro que aún no terminaba. No recordaba el motivo, pero se encontraba solo. Se alzó, y fue hasta el cuarto de su niña; ella tampoco estaba.

La calma, de repente fue rota por un estruendo tremendo. No veía nada, sólo había escuchado el ruido a vidrios rotos. Como un autómata, sus pasos lo llevaron al garage. Lo encontró abierto. Nada parecía fuera de lugar, a excepción del peluche favorito de su hija. Estaba en el suelo, en la entrada, manchado de sangre. No comprendía. Sin pensarlo tomó las llaves de su camioneta y salió a buscarlas, debían estar juntas. Debían. Tenía que haber una explicación. Pensó en ir a la policía pero, ¿qué les diría?. No sabría explicar qué sucedía. Y ellos no lo ayudarían a buscarlas.

Las calles estaban congeladas, nada atípico para ser invierno. El sol comenzaba a despuntar, pero era demasiado débil, no podía contra la persistente niebla que cubría todo. Estaba solo. Parecía que el pueblo se hubiese vaciado. Por ello notó enseguida el vehículo que había comenzado a seguirlo. Se mantenía a una cierta distancia, pero no le perdía de vista ni un momento.

No sabía cuánto tiempo llevaba manejando, se sentía cansado, por momentos los ojos cedían y se cerraban. Pero cada vez que miraba al espejo retrovisor, distinguía las luces del vehículo que lo seguía. Aún estaba allí. Pensó en detenerse y afrontarlo; pero no podía perder tiempo, necesitaba encontrar a sus mujeres.

Tomó el camino hacia la montaña y comenzó a subir. Ya no sabía dónde buscarlas. Aceleró, a pesar que las condiciones climáticas no eran las mejores para conducir así. Será por eso que no lo vió, no vió nada delante de él. Pero chocó, y perdió el control de la camioneta. Cayó por el barranco. Dió un par de vueltas, el golpe contra los pinos paró la caída al abismo. No sabía cuánto tiempo estuvo inconsciente, despertó con la voz de un desconocido.

Señor... señor... tranquilo, han tenido un accidente... –continuaba a repetir el hombre. Ya está llegando la ayuda.
Tengo que buscar a mi mujer y a mi hija... –escuchó su propia voz pronunciar esas palabras como sonidos ajenos.
Tranquilo... ya llegan a ayudarlos... estarán bien... –no comprendía porqué usaba el plural.

Giró la cabeza hacia atrás y vió la rama de un árbol atraversando la camioneta; faltaba la puerta. Miró por el espejo de lado, y notó la nieve manchada de rojo sangre. No podía ser de él, pero ¿de quién más? ...él iba solo en la camioneta.

(...)

Se despertó en mitad de la noche, sin saber muy bien porqué. El silencio lo rodeaba.

(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 10Describe una pesadilla que hayas tenido, pero en tercera persona.
Y sin expresar sentimientos. Ahhh...se me olvidaba: es de terror.)

15 comentarios:

  1. uy que miedo...soñar eso y despertarte del mismo modo que en el sueño.
    saludos

    ResponderBorrar
  2. Una auténtica pesadilla, muy bien descrita.
    Se abren tantas preguntas...
    Besos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ya sabes Conxita que me gustan las historias con muchas posibilidades...

      Besotes!

      Borrar
  3. Que pesadilla inquuetante.
    Y que alivio el despertar.
    Y yo peleandome con el teclado.

    Besos, paisana

    ResponderBorrar
  4. Te felicito Alma preciosa... me ha sugestionado tu relato... mantenido en vilo... magnífico relato circular.

    Mil besitos y feliz día, corazón.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Auro...como siempre te digo, sabes que tu opinión es muy valiosa para mí... y gracias por ver así mis letras.

      Besotes enormes preciosa.

      Borrar
  5. Yo me quedé como el protagonista, con la duda de quién era la sangre? Mal momento para despertar, bueno, para él fue oportuno :)

    Besos dulces y dulce semana.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¿Y vos de quién pensas es? ...me gusta trabajar con tu imaginación...

      Besos grandes como el mar, Dulce.

      Borrar
    2. Del desafortunado que se cruzó en su camino, aunque no sé si sería otro coche en sentido contrario, que podría ser si cayó al barranco y la otra sangre estaba cerca. Tendríamos que investigar :)

      Borrar
  6. Casi me sugiere un déjà vu… Muy bueno, te atrapa el misterio y la angustia de querer saber…

    Bsoss y abrazos gigantes, y muy feliz semana, mi preciosa Alma!

    (Pásate cuando puedas por “variétés” https://varietes-ginebra.blogspot.com.es/2018/02/inspiracion.html... Ya publiqué el proyecto 😉)

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Si eso te he producido, entonces he alcanzado el objetivo...😊

      He leído, pero estos días estoy fuera, y haciendo todo con el celular, apenas pueda me daré una vuelta... sabes que no me lo pierdo.

      Besotes enormes mi querida Gin...😘

      Borrar
  7. Inquietante relato con sabor a más.
    Un abrazo

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias Musa... el "más" lo dejo a tu excelente imaginación.

      Besotes!

      Borrar

Si quieres, déjame aquí tu huella...

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *